Tenemos mucho más que temer de enemigos internos que de externos. Los impedimentos para el vigor y el éxito provienen mucho más de la iglesia misma que del mundo. Los incrédulos tienen derecho a esperar que los que profesan ser observadores de los mandamientos de Dios y de la fe de Jesús hagan más que cualesquiera otros para promover y honrar la causa que representan por su vida consecuente, su ejemplo piadoso y su activa influencia. ¡Pero con cuánta frecuencia los profesos defensores de la verdad han demostrado ser los mayores obstáculos para su adelanto! La incredulidad fomentada, las dudas expresadas, las tinieblas abrigadas, animan la presencia de los malos ángeles y despejan el camino para los planes de Satanás.
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Mensajes Selectos, Volumen I, p.142 (1887).
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