Monday, January 13, 2014

Entrevista con el prepósito general Adolfo Nicolás


Vol. XVIII, n. 1 10 enero 2014


PADRE GENERAL



Tras el encuentro de los jesuitas de roma con el Papa Francisco, el 3 de enero 2014, hemos presentado al P. General algunas cuestiones. He aquí sus respuestas.



El 3 de enero tuvo lugar en la Iglesia del Gesù una Misa de acción de gracias por la canonización de Pedro Fabro, uno de los primeros compañeros de Ignacio y co-fundador de la Compañía de Jesús. ¿Quiere esto decir que la Compañía va a seguir promoviendo canonizaciones de jesuitas para aumentar la ya larga lista de sus Santos?



La pregunta parece desconocer que prácticamente en todas las Órdenes Religiosas tenemos una o dos personas muy cualificadas para cuidar que se cumplan los requisitos necesarios para la canonización de quien, con su vida e inspiración, pueda contribuir a la vida de la Iglesia. Estos Religiosos, llamados "Postuladores", estudian y preparan el proceso, no solamente de otros Religiosos de la misma familia, sino a veces toman a su cargo también causas de laicos, o bien otros religiosos y eclesiásticos, según se les pida su colaboración. Naturalmente los Postuladores trabajan siguiendo principios o políticas de la Orden. Nosotros pensamos que el bien fundamental es el bien de la Iglesia y tomamos muy en serio la condición de que haya devoción popular hacia el que consideremos candidato a la canonización. Si hay "devoción popular", nosotros colaboramos en la preparación para que sea seria y bien fundada. Por lo tanto, se puede decir que no pretendemos en absoluto acrecentar nuestras listas para aumentar nuestro prestigio; eso sería contrario al bien de la Iglesia y, por lo tanto, indigno de nuestra vocación.



Usted escribió una breve carta a la Compañía después de la Misa del día de San Ignacio con impresiones sobre la presidencia y participación del Papa Francisco. ¿Qué subrayaría Usted de la participación del Papa en esta ocasión?



Confieso que me gustó mucho una observación que hizo el Cardenal Vallini en la Sacristía antes de la Celebración de la Misa. Dijo que esta celebración estaba yendo por caminos de "simplificación extrema". El Papa Francisco entraba en la Iglesia como solemos hacer los sacerdotes de a pie; no llevaba consigo el Báculo, símbolo de autoridad y de ministerio pastoral, etc. Lo mismo sucedió el día de San Ignacio en julio. Mi interpretación es que entre jesuitas quería manifestar que la dirección la da San Ignacio, y él venía como "hermano entre hermanos" a escuchar la Palabra de Dios y dejarse guiar por ella. De hecho la mayoría de los asistentes jesuitas (346) se reconocieron en las palabras de la homilía y se sintieron interpelados por el Papa Francisco en lo íntimo de sus corazones.



¿Cuáles fueron para ustedes, jesuitas, los puntos centrales de la homilía?



No puedo pretender hablar en nombre de todos los oyentes. Para mí son cuatro los puntos que ha tocado el Papa y que nos invitan a orar y profundizar. (1) Primero la necesidad de centrarse en Cristo, tan esencial a San Ignacio y que explica por qué llevamos el Nombre de Jesús. Centrarse en Jesús para tener sus sentimientos, su corazón, para vaciarse de sí mismo. (2) El Papa ha definido al jesuita como alguien "inquieto", difícil de contentar; más aún, alguien que nunca pensará que ya basta, que se ha hecho todo, que se ha terminado el pensamiento. El Papa definió a los jesuitas como personas del "pensamiento incompleto", "siempre abierto", de modo que solamente en la conciencia de lo incompleto podamos encontrar la paz. (3) El tercer punto es una extensión del segundo en términos de ser "hombres de grandes deseos", algo que toca profundamente tanto a San Ignacio como a San Pedro Fabro. De los grandes deseos va a depender la audacia, la valentía, la capacidad de tomar grandes riesgos por el bien de la gente y de la Iglesia. No siempre saldremos bien parados pero sin riesgo no hay vida, o, como dice el Papa, sin deseos no se va a ninguna parte. (4) El cuarto punto es ya un tema del Papa Francisco, pero toma relieve en el contexto de esta Misa con nosotros. Se trata de la evangelización con dulzura, fraternidad y amor.

Como se puede ver, estamos ante retos importantes en los que hay que armonizar tensión con paz interior, grandes deseos con un estilo fraterno y dulce al presentar el Evangelio. El jesuita según el Papa Francisco, es un hombre en tensión, consciente de ser incompleto de cara a Jesús y a Dios y, por lo tanto, ansiando "algo más", pero esta tensión es interior y le hace siempre "peregrino de más", un hombre de deseos difícil de contentar. Y al mismo tiempo le hace consciente de sus lagunas interiores, de su imperfección y su pecado, de no poder considerarse jamás mejor que nadie, y, por lo tanto, nunca se ve a sí mismo como el amante perfecto y exigente, sino como siendo amado y perdonado "con el otro".



¿Nos puede decir algo sobre cómo puede influir todo esto en la celebración del segundo Centenario de la restauración de la Compañía?



Puedo decir con toda verdad que éste es el estilo de la celebración. Queremos que sea un año de estudio y de reflexión. Todas las crisis de la historia encierran una sabiduría oculta que hace falta desentrañar. Para nosotros, jesuitas, esta es la conmemoración de nuestra más grande crisis. Es, por lo tanto, importante que por encima o por debajo de los acontecimientos sepamos aprender, descubrir lo bueno y lo malo de nuestro proceder, para reavivar esos grandes deseos de que hablaba el Papa y continuar el trabajo de Evangelización afinando nuestra fraternidad y profundizando el amor.


Fuente
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