Eduardo Silva, S.J., rector de la universidad Alberto Hurtado:
domingo, 31 de diciembre de 2017
Mariela Herrera Muzio
Reportajes
El Mercurio
El sacerdote jesuita destaca que Francisco rompió muchos estereotipos. "Ya no es la figura del Papa infalible". Y explica por qué la Iglesia es distinta a la que recibió a Juan Pablo II, en 1987. "Hoy está desacreditada, alicaída, a la defensiva".
Mientras en los patios de Almirante Barroso número 10 los jóvenes se acercan a los mesones de la Feria de la Postulación, en el segundo piso de la casona que alberga las oficinas centrales de la Universidad Alberto Hurtado, su rector, el sacerdote jesuita Eduardo Silva, reflexiona sobre el Chile y la Iglesia que recibirán al Papa Francisco, integrante también de la Compañía.
"Es alguien de nuestra tradición, bebemos del mismo pozo", dice con algo de satisfacción, aunque advierte que los jesuitas "somos muy distintos unos de otros"
-Se supone a él más conservador que los jesuitas chilenos, que son más progresistas...
-Como arzobispo de Buenos Aires, él fue progresista. Su preocupación eran las poblaciones marginales del gran Buenos Aires, apoyó mucho a los curas villeros. En general, la Iglesia argentina es muy social, es peronista. Tienen un interés más social que en lo político y la Iglesia chilena es más política. El primer viaje que él hizo fue a Lampedusa, donde llegan los refugiados de África a Europa. Visita cárceles... Creo que está muy por delante de nosotros en materia social. Y, como se dice, "no se hacen tortillas sin quebrar huevos"; él ha quebrado muchos huevos. Lo más interesante es que ya no es la figura del Papa infalible, que habla siempre como en dogma. Él se equivoca, a veces dice tonteras como cualquier ser humano. Él se atreve.
-Para algunos llamó la atención el viaje del padre Fernando Montes al Vaticano, invitado por el gobierno de Chile. ¿Fue a hacer lobby previo a la visita?
-La curia con que le tocó hablar a Fernando Montes conocía a Chile de memoria. Hace muy poco fue la visita Ad Limina, donde todos los obispos chilenos se reunieron con el Papa y ellos llegaron consoladísimos, contentos. Espero que la visita del Papa sea una especie de aire fresco, de aire vivo a una Iglesia que está desacreditada, golpeada, ensimismada.
"Quienes apuntábamos con el dedo por las conductas sexuales de los chilenos teníamos tejado de vidrio"
-En el año 87 había una efervescencia por la venida de Juan Pablo II que no se ve ahora. ¿Se debe a la situación política del país o al estado de la Iglesia Católica?
-Juan Pablo visitó un país y una Iglesia totalmente distintos a los que visitará Francisco. En el 87, el país estaba saliendo del túnel de la dictadura hacia la democracia. Hoy estamos al descampado, en una suerte de tratar de apropiarnos de esta globalización del capital y del individualismo, intentando ver cómo transformamos el modelo de desarrollo. Es interesante que, mientras Fernando Atria dice que hay que transformar el modelo para suprimirlo, Harald Beyer dice que hay que transformar el modelo para consolidarlo. Pero lo que ambos quieren es transformar el modelo para hacerlo más humano, con mejores pensiones, con mejor educación, más igualdad, mejor salud.
-¿Es otra Iglesia la que recibe al Papa?
-Sí, la de esos años era una Iglesia prestigiada que había sabido ponerse en el lugar que le corresponde, con las víctimas de los Derechos Humanos, ser voz de los sin voz. Y hoy tenemos una Iglesia desacreditada, un poco alicaída, a la defensiva y creo que eso tiene una cierta explicación. Un ejemplo: cuando en 1991 Aylwin dice que las tareas son recuperar la democracia, verdad y justicia en DD.HH., crecimiento con equidad, ese mismo año el cardenal Oviedo manda una carta sobre la crisis moral, la permisividad sexual. Y estuvimos 10 años luchando por que no hubiera divorcio, luchando contra las Jocas, contra los preservativos, contra la píldora del día después y ahora luchando contra las uniones de homosexuales. Pasamos del catolicismo social al catolicismo sexual, pero lamentablemente terminó en tragedia, porque quienes apuntábamos con el dedo por las conductas sexuales de los chilenos teníamos tejado de vidrio y acusaciones de abusos sexuales, y una negligencia al tratarlas que ha hecho que estemos muy desacreditados. Hemos perdido credibilidad, tenemos que recuperar la confianza.
"Que se equivoque, que diga desatinos, me parece fantástico"
-¿Ahora cambió esa mirada de la Iglesia centrado en lo sexual y pasó a lo social?
-Por cada 10 palabras que la Iglesia dice en materia social, basta que haya una que tiene que ver con lo sexual para que en los medios prevalezca esa. Pero mi sensación es que Francisco nos va a levantar la mirada, va a ponerla fuera de la Iglesia, que es donde debe estar siempre. La mirada en las cárceles, en los migrantes, en el pueblo mapuche, en los excluidos, en los problemas ecológicos y socioambientales. Nos va a hacer sacar la mirada del ombligo y ponerla en las preocupaciones de otros.
-¿Y hará que sean más autocríticos de lo que pasa adentro? ¿Más duros con los casos de abusos?
-No hemos hecho suficiente autocrítica. No hemos pedido todo el perdón que debemos pedir. Es complicado, pero el Papa nos va a reformar. Fue elegido, entre otros motivos, para la reforma de la curia, y la semana pasada, con ironía, dijo que hacer la reforma en Roma -y uno podría decir una reforma de la Iglesia en cualquier parte- es como limpiar la esfinge de Egipto con un cepillo de dientes.
-Hoy se habla incluso del peligro de un cisma en la Iglesia. ¿Se debe a la oposición que encuentra en esa curia?
-Hay algunos cardenales que se molestan por las cosas que dice. No están habituados a su forma de ser, de hablar... ¡si es argentino, porteño! Habrá algunos que aleguen. Pero si su palabra no es infalible podemos no estar de acuerdo con todo lo que dice. Tener cierta opinión pública en la Iglesia no le hace mal a nadie. ¿Que haya gente que no le guste el Papa? Me parece razonable, ¿por qué tiene que gustarnos a todos? Es el obispo de Roma, el punto de referencia que une a los obispos, no es el obispo de los obispos. Que se equivoque, que diga desatinos, me parece fantástico.
-Acá se ha dado el debate de si debe ser una visita netamente pastoral o que "venga a hacer ruido"...
-Él hace ruido donde va. Ahora, es raro que la concepción de lo pastoral sea como algo propio de la Iglesia, eso es lo que nos tiene encerrados en el ensimismamiento. Yo recuerdo el año 91, cuando llegué a Cerro Navia: la sensación era como si la defensa de los Derechos Humanos fuera algo externo de la Iglesia y había que preocuparse ahora de la liturgia, ¡como si la fe cristiana no tuviera que ver con estar del lado de las víctimas! Nada es ajeno al cristianismo ni a la Iglesia, es muy raro que "lo pastoral" sean las cosas de adentro cuando, en realidad, son las cosas de afuera.
Bolivia: "Creo que será la única cosa en la que el Papa va a ser prudente"
-Existe expectación por lo que ocurra en la IX Región. ¿La nulidad de la sentencia del caso Luchsinger afectará la visita del Papa a La Araucanía, donde puede estar más polarizada la situación?
-La violencia y la agresión no son compatibles ni con el cristianismo ni con la vida en democracia. La violencia es usada por pequeños grupos. No es el camino y debe haber Estado de Derecho. Justamente el caso Luchsinger está en manos de la justicia, se está buscando una sentencia justa. Esto, lejos de polarizar, es garantía del derecho que todos tenemos a ser respetados, independientemente de nuestro origen étnico. Implica también confianza en el funcionamiento de las instituciones. El mensaje de Francisco va en la línea de respetar la vida y asegurar la correcta aplicación de la justicia.