Sunday, December 29, 2019

Juan Antonio Guerrero, el tesorero jesuita del Papa


El nuevo ministro de Finanzas de la Santa Sede, sucesor del polémico cardenal Pell, deberá poner orden entre los escándalos de corrupción 



Juan Antonio Guerrero, que nació en Mérida, estudió filosofía e inició una tesis doctoral sobre Hannah Arendt, tiene por delante un importante y delicado trabajo (Vaticano)



El puesto estaba vacante desde febrero, cuando se le terminó el mandato al cardenal George Pell. Cumple condena en una cárcel australiana, aunque no ejercía sus responsabilidades desde que se marchó a su país para defenderse –sin éxito– de las acusaciones de abusos sexuales. La Secretaría de Economía de la Santa Sede, más conocida como el “superministerio” de Finanzas, se encontraba sin nadie al frente estos últimos y difíciles meses, al estallar el enésimo escándalo financiero en el Vaticano.

Parece un regalo envenenado para Juan Antonio Guerrero, el discreto jesuita extremeño que el papa Francisco ha nombrado recientemente ministro de Finanzas, y asumirá el mando a partir de enero. “Espero poder contribuir a la transparencia económica de la Santa Sede y a hacer un uso eficiente de los bienes y recursos que están al servicio de la importante misión evangelizadora de la Iglesia”, declaró al portal del Vaticano, en sus primeras palabras desde que ha dejado de ser un completo desconocido.

Francisco necesita una persona de total confianza para cambiar la maltrecha imagen de las cuentas vaticanas

Pese a que los últimos años los ha pasado en Roma como delegado superior general para las casas y obras interprovinciales de la Compañía de Jesús, el español es una figura extraña para la siempre opulenta curia romana. Hasta ha rechazado ser ordenado arzobispo, como suele ser habitual al acceder a este cargo. Nacido en 1959 en una familia de clase media en Mérida, Guerrero se formó en los salesianos y pasó unos años de su adolescencia en un internado de los jesuitas en un pueblo de Badajoz, donde descubrió su vocación. Luego se marchó a Madrid a estudiar Economía, y también es licenciado en Filosofía y Teología. Es un apasionado de la filosofía política –empezó una tesis doctoral sobre Hannah Arendt–, y fue profesor en la Universidad Pontificia de Comillas. Goza también de experiencia en tierras de misión, porque entre el 2015 y el 2017, cuando fue llamado a Roma, llevó las cuentas de los jesuitas en Mozambique.

Quien le conoce bien es el padre Pascual Cebollada, postulador general de la Compañía de Jesús, y su buen amigo desde hace 40 años. “Es una persona ingeniosa, muy aguda, que se mueve bien en el terreno de la broma”, asegura Cebollada, que recuerda sus visitas a la casa familiar en Mérida. La madre, muy religiosa, era ama de casa y voluntaria en la iglesia, y el padre un pequeño empresario. Guerrero todavía les visita cuando puede, ahora que son muy mayores. Uno de sus hermanos es jefe de la policía municipal de Mérida. Cebollada le define como una persona muy práctica, alejada de las ideologías y preocupada por la pobreza. Recuerda que siendo jóvenes jesuitas, siempre que les encargaba alguna función de tipo económico acudían a él para que les supervisara, y que quiso que el dinero de los posibles regalos de amigos y familiares cuando fue ordenado sacerdote fuera a los pobres. “El nombramiento me sorprendió totalmente. Siempre piensas que aquí van a poner a un arzobispo, a alguien de la curia”, explica su compañero. “Él lo interpretó como un servicio a la Iglesia, pero es muy consciente de la complejidad”.

Guerrero recoge el cargo en pleno escándalo por la filtración de unos documentos confidenciales

Y es que Guerrero tiene ante sí una tarea titánica, en principio para un mandato de cinco años. En primer lugar, deberá solventar el “déficit estructural” en las finanzas vaticanas, admitido por el cardenal alemán Reinhard Marx. Un libro destapó hace un mes que si no se hace nada, el Vaticano caerá en bancarrota en el 2023. Según el periodista Gianlugi Nuzzi, el Vaticano pierde 120.000 euros al día por la caída de donaciones, por el poco rendimiento del enorme patrimonio en Roma –unos 800 inmuebles están vacíos y un 15% de las casas se alquilan a coste cero o con precios de favor–, pero también por el alto gasto en personal, que el autor situaba en 140 millones de euros sólo el año pasado.

En segundo lugar, Guerrero recoge el cargo en pleno escándalo por la filtración de unos documentos confidenciales que descubrieron que la Secretaría de Estado habría gastado 180 millones de euros en un edificio exclusivo de Londres, provenientes de un fondo de las donaciones que los feligreses hacen a través del Óbolo de San Pedro, teóricamente destinados a proyectos de caridad. Cinco empleados están siendo investigados, e incluso ha caído el jefe de seguridad del Papa. Nadie sabe cuánto dinero entra a través de este opaco organismo, porque no presenta sus cuentas desde el 2013. En su regreso de su viaje reciente a Japón, Francisco tuvo que reconocer que ha habido corrupción en la gestión de las finanzas vaticanas.

El jesuita deberá también mejorar la imagen de la Secretaría de Estado, empañada por la condena al cardenal Pell en Australia por pederastia. “El Papa buscaba a alguien de total confianza, y encontró a una persona con conocimientos teóricos y prácticos y, sobre todo, honrada con los valores y la coherencia de vida para dar ejemplo”, zanja Cebollada. Con esta elección se terminan los rumores sobre quién sucedería al turbulento Pell –se habló de una mujer– y empieza el reto más importante de la vida de Guerrero, que ahora será el español más importante en el Vaticano junto al cardenal Luis Francisco Ladaria, al frente de la Congregación para la Doctrina de la Fe.






Wednesday, December 4, 2019

Jesuitas exigen a gobiernos «escuchar clamores ciudadanos»


 
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hace 18 horas



AME2151. SANTIAGO (CHILE), 02/12/2019.- Fuerzas Especiales de Carabineros dispersan a un grupo de manifestantes este lunes en la céntrica Plaza Italia, rebautizada popularmente como “Plaza de la Dignidad”, durante una nueva jornada de movilizaciones en Santiago (Chile). La crisis social, que ya se ha cobrado la vida de al menos 23 personas, mantiene a miles de personas en manifestaciones en reclamo de una mayor redistribución de la riqueza, pero ha dado lugar también a graves episodios de violencia, como saqueos, incendios y destrucción de mobiliario, que han afectado al desempeño del comercio y la industria. EFE/Alberto Valdes



SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Los jesuitas de la Red de Centros Sociales de la Compañía de Jesús en América Latina y el Caribe exigen a gobiernos latinoamericanos «escuchar los clamores ciudadanos» en un pronunciamiento oficial emitido en las últimas horas que alude a la oleada de protesta social en Chile, Ecuador, Colombia y otras naciones.

El documento comienza con una reflexión que el papa Francisco efectuó en junio pasado, durante la Cumbre Panamericana de Jueces sobre Derechos Sociales y Doctrina Franciscana y concluye con otra de su antecesor, Juan Pablo II, en la encíclica Centesimus Annus.


El papa Francisco durante una audiencia pública en la Plaza de San Pedro del Vaticano.. EFE/Alessandro Di Meo

«No hay democracia con hambre, ni desarrollo con pobreza, ni justicia en la inequidad. Un sistema político-económico, para su sano desarrollo, necesita garantizar que la democracia no sea sólo nominal, sino que pueda verse plasmada en acciones concretas que velen por la dignidad de todos sus habitantes bajo la lógica del bien común, la solidaridad y una opción preferencial por los pobres», dijo entonces el actual pontífice.

Juan Pablo II manifestó a su vez: “La Iglesia aprecia el sistema de la democracia, en la medida en que asegura la participación de los ciudadanos en las opciones políticas y garantiza a los gobernados la posibilidad de elegir y controlar a sus propios gobernantes, o bien la de sustituirlos oportunamente de manera pacífica”.

Los comúnmente llamados jesuitas conforman una orden religiosa de clérigos regulares de la Iglesia católica fundada en 1534 por el español Ignacio de Loyola.

Latinoamérica, prosigue el texto que estos emitieron en las últimas horas, ha estado viviendo durante este segundo semestre del 2019 un estado de ebullición social, política y económica. Esto se evidencia en Sudamérica, pero también, remarca, en Centro América y el Caribe cuyos habitantes tampoco están exentos de padecer injusticia socioambiental y las secuelas de históricas y múltiples violencias.

Y la respuesta ha sido la represión, como se evidencia en este impactante video chileno que, además, muestra solo unos pocos casos de graves violaciones a los derechos humanos, denunciados nacional e internacionalmente


Texto completo de la Red de Centros Sociales de la Compañía de Jesús en América Latina y el Caribe:

En los últimos meses, las democracias del continente y sus aparatos estatales han mostrado sus grandes limitaciones y sombras, como las violaciones sistemáticas a los Derechos Humanos, la adopción de medidas que fomentan la destrucción de las economías locales y el impacto negativo de los megaproyectos minero-energéticos sobre los territorios y los patrimonios naturales y culturales.

A la par, se vive una oleada de movilizaciones que expresan el deseo de los pueblos a no resignarse a una dinámica histórica de exclusión. Las calles Latinoamericanas evidencian el grito de una ciudadanía agotada por la explotación y la convergencia de diversas formas de resistencia.

Para la mayoría de la población, el desempleo, los bajos ingresos económicos, el acceso limitado y precario a la salud, la baja calidad de la educación, la inequidad en los sistemas pensionales, la inseguridad, la represión política sobre las propuestas y resistencias de los pueblos, la corrupción y el deterioro de lo público, entre otras problemáticas, son manifestaciones de la fragilidad de los sistemas políticos en Latinoamérica.

Estas situaciones provocan una acelerada migración de millones de personas, sobre todo de jóvenes, en búsqueda de alternativas para sobrevivir.

En este contexto, tienen lugar las protestas de millones de personas y organizaciones a lo largo y ancho del continente, provenientes de diversos sectores, en su mayoría populares: los pueblos indígenas y las comunidades afrodescendientes y campesinas, las mujeres, los estudiantes y los maestros, los sindicatos, a quienes cada día se unen jóvenes inconformes que consideran que las medidas de política social y económica los perjudican de manera grave y los deja sin futuro, pues reducen cada vez más las oportunidades de acceder a la educación superior, a un trabajo digno y a un desarrollo.



Así ocurrió en Ecuador donde al eliminar el subsidio a los combustibles se reactivaron las movilizaciones de los indígenas y de otros sectores. En Chile, considerado hasta ahora el modelo a seguir, solo bastó aumentar el valor del pasaje del metro de Santiago para que la copa se terminara rebosando.

En Brasil se observa cómo la reanudación de proyectos económicos ultraliberales desmantela las estructuras de participación ciudadana, degradan los derechos sociales adquiridos y mercantilizan la naturaleza.

Perú vive una crisis institucional y, en Uruguay, la gente protestó masivamente contra el mayor protagonismo de los militares en la vida pública y política del país.

Venezuela continúa sacudida por una crisis política, económica, social y humanitaria y, en Bolivia, tras la salida de Evo Morales, el pueblo boliviano se enfrenta a una crisis democrática que refleja problemas políticos y sociales de hondas raíces.

En Centro América y el Caribe tampoco están exentos de padecer injusticia socioambiental y las secuelas de históricas y múltiples violencias. Por ejemplo, en Haití, RepúblicaDominicana, Nicaragua, Guatemala, Honduras y Panamá se han vivido durante los últimos meses, movilizaciones populares cada día más fuertes y continuas en exigencia de sus derechos.

Recientemente, en Colombia el Paro Nacional que inició el jueves 21 de noviembre y la forma como el Gobierno Nacional ha respondido, muestra el meollo del problema que enfrenta este país y, en general, los países de la región: sociedades marcadas por profundas desigualdades, inequidad y exclusión económica y política, así como sistemas políticos y económicos clientelistas y corruptos.


EFE/ Alberto Valdés


Si bien los detonantes de las reacciones sociales se manifiestan de manera diferente en este convulsionado continente, hay elementos que tenemos en común: la indignación y el descontento causados por la desconexión de las élites políticas y económicas con las realidades de las grandes mayorías; esta es la crisis de un modelo de Estado puesto al servicio de grupos económicos con enorme capacidad de influir en el diseño de políticas públicas que generan pobreza, y de grupos políticos aferrados al poder con modelos igualmente excluyentes.

Desde la perspectiva de Boaventura De Sousa, asistimos a la implantación de un cierto fascismo pluralista que antes no había existido, en el cual las sociedades son políticamente democráticas y socialmente fascistas.

Por todo lo anterior, la Red de Centros Sociales de la Compañía de Jesús en América Latina y el Caribe invita a todos los actores sociales y políticos a generar herramientas útiles para reconfigurar las democracias en nuestros países y profundizar la construcción de alternativas efectivas de participación popular.

Es necesario implementar nuevas prácticas para la construcción ciudadana de lo público, e iniciativas de diálogo entre los diversos sectores, incluso entre los antagónicos.

Declara su solidaridad con todas las víctimas de la violencia en los diferentes países, rechazamos el hostigamiento a los líderes estudiantiles y sociales, los desmanes y arbitrariedades de la fuerza pública y hacemos un llamado contundente a la garantía de los derechos fundamentales por parte de los gobiernos de nuestros pueblos latinoamericanos.

Reclama a los actuales gobiernos Latinoamericanos crear espacios de diálogo democrático, incluyente y eficaz, a escuchar los clamores ciudadanos y brindar prontas respuestas políticas.

Anima a quienes lideran las movilizaciones a optar por un ejercicio pacífico del derecho a la protesta. Es necesario promover diálogos nacionales incluyentes y brindar las garantías que permitan hacer de la masiva protesta social una oportunidad de reconciliación, de cambio profundo, creativo y no violento, para repensar el rumbo de nuestras naciones y ahondar las democracias latinoamericanas.

Con fe y esperanza motivamos a que se escuchen los clamores de las gentes, pese a que algunas fuerzas quieren conservar sus grandes privilegios e insisten en aferrarse a salidas violentas.

Es tiempo para que juntos encontremos un nuevo modo de organizar nuestra sociedad y nuestra economía, para que se ponga en el centro de sus prioridades al ser humano y a la naturaleza.

La Iglesia, en la voz del santo Pontífice Juan Pablo II, nos interpeló hace ya tres décadas en la encíclica Centesimus Annus: “La Iglesia aprecia el sistema de la democracia, en la medida en que asegura la participación de los ciudadanos en las opciones políticas y garantiza a los gobernados la posibilidad de elegir y controlar a sus propios gobernantes, o bien la de sustituirlos oportunamente de manera pacífica”.