Wednesday, December 18, 2013

Cáritas y jesuitas: "Se nos está olvidando integrar y no discriminar"

 


Oleada de inmigrantes
Denuncian la actuación de España ante la crisis de Siria, la valla de Melilla y los CIE
Cáritas y jesuitas: "Se nos está olvidando integrar y no discriminar"
"Exigimos políticas públicas migratorias basadas en los derechos humanos universales"
Redacción, 18 de diciembre de 2013 a las 16:10



Protectora de migrantes e itinerantes
Protección a los migrantes



Asalto masivo de inmigrantes negros a la valla fronteriza de Melilla ( la invasión que no cesa )
CIENTOS DE INMIGRANTES SALTANDO LA VALLA EN MELILLA
IMPACTANTE: 300 inmigrantes intentan asaltar valla de Melilla
Unos 50 inmigrantes protagonizan otro intento de entrada a Melilla pero son repelidos

Aquí, y en todo el mundo, moverse a otros sitios es la mejor herramienta para salir de la pobreza


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Inmigrantes







(Cáritas/SJR).- En el Día Internacional del Migrante, Cáritas quiere proclamar con voz alta un mensaje cada vez más silenciado: que las personas migrantes ya forman parte del "nosotros" y que su presencia en nuestra sociedad es un hecho incontestablemente positivo. Nuestra sociedad se ha transformado en una sociedad diversa. Y diversa quiere decir distinta, pero también quiere decir mejor.

Somos conscientes, sin embargo, de que la defensa de esta realidad se produce en un contexto de endurecimiento del discurso y las políticas públicas, que tienden a señalar y criminalizar al "otro". Por eso, es necesario avanzar, como señala el Papa Francisco, desde "la cultura del rechazo, a la cultura del encuentro".

En este momento, las políticas de migración, tanto a nivel europeo como a nivel nacional, siguen centradas en unos métodos de control de los flujos migratorios que, bajo el objetivo de reforzar la lucha contra las mafias --que, sin duda, hay que combatir--, no dejan de reforzar los mecanismos de acceso mediante métodos disuasorios que lo único que consiguen es infligir más dolor. Como denuncian los obispos de la Comisión Episcopal de Migraciones en su reciente Mensaje para la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado 2014, "a los inmigrantes les abrimos las puertas cuando los necesitamos y se las cerramos cuando su presencia choca con nuestros intereses".



A fecha de hoy, no existen políticas orientadas a explorar otras posibilidades más flexibles de acceso al territorio, ni una apuesta por impulsar políticas de desarrollo económico y social en los países de origen. En lugar de ello, no dejamos de constatar dificultades crecientes en los procedimientos de documentación y renovación, y la persistencia en un modelo que supone encerrar a las personas migrantes en centros de internamiento.

Cáritas está acompañando a personas cuyo proyecto de vida se ve interrumpido por falta de oportunidades, familias que, empujadas al retorno a sus países de origen, tienen que sufrir una nueva ruptura, un nuevo duelo migratorio y afrontar un regreso que, lejos de ser voluntario, se convierte en una nueva expulsión. Acompañamos también a muchas otras familias, vecinos de nuestras comunidades, que en este nuevo contexto de precariedad social caen en la irregularidad sobrevenida y, con ello, en la exclusión en el acceso a derechos tan básicos como la salud.

Se nos está olvidado integrar y no discriminar. Por eso, como sociedad y como Iglesia no podemos dejar de señalar que las razones para migrar son las mismas que buscan hoy muchos de nuestros jóvenes que emigran en busca de nuevas oportunidades y de un futuro más digno.

Como recuerda el Papa Francisco, "respetando la independencia y la cultura de cada nación, hay que recordar siempre que el planeta es de toda la humanidad y para toda la humanidad, y que el solo hecho de haber nacido en un lugar con menores recursos o menor desarrollo, no significa que vivan en menor dignidad" (Evangelii Gaudium, 190).

Por su parte, el Servicio Jesuita a Migrantes ha emitido un comunicado en el que afirma lo siguiente:


Desde hace ya 13 años, e invitados por las Naciones Unidas, el 18 de diciembre está señalado en nuestro calendario como un día para posar nuestra mirada sobre la realidad de las migraciones, en el mundo y en nuestro ámbito cercano. El Servicio Jesuita a Migrantes en España se suma con esta declaración a un torrente de voces que en todo el planeta sitúa hoy en su centro a las personas migrantes. Deseamos conmemorar y celebrar tanta vida compartida. Y queremos denunciar los mecanismos que impiden que lo hagamos en un marco de plenitud de derechos. Invitamos a todas las personas de nuestro entorno a que reflexionen también en esta doble dirección.

En primer lugar, queremos reiterar una vez más el reconocimiento por la aportación que las personas migrantes hacen a la sociedad. Son, de hecho, una parte ya indisoluble de las sociedades española y europea. Dicha aportación no es únicamente medible en términos económicos. La vida cotidiana, los vínculos personales y las relaciones vecinales y comunitarias se asientan sobre una trama relacional de gentes diversas, de acá y de allá, que conforma un único "nosotros". Diverso en culturas, en visiones del mundo, en modos de vida, pero que aspira a encontrarse en pie de igualdad, como ciudadanos y ciudadanas.

En nuestro trabajo de acompañamiento, servicio y defensa de las personas migrantes y sus organizaciones somos testigos de decenas de pequeñas grandes historias de dignidad, sacrificio, solidaridad, aprecio común, acogida y agradecimiento que contribuyen a hacer más densa esa urdimbre de vínculos entre vecinos y vecinas llegadas de tantos lugares distintos.

Hoy celebramos todas esas historias como pequeños triunfos de humanidad compartida en un contexto de decisiones de políticas migratorias que las hace improbables. Junto a toda esa vida, la muerte injusta provocada por políticas carentes de humanidad y la memoria de las víctimas nos obliga a alzar la voz.



Frente a la exclusión sanitaria que padecen las personas migrantes en situación administrativa irregular en nuestro país desde hace año y medio.
Frente a las condiciones que propicia la falta de reglamentación con garantías de los Centros de Internamiento de Extranjeros.
Frente a las cuchillas dispuestas en la valla de Melilla, que son inútiles para la disuasión y dañinas gratuitamente.
Frente a la cicatería con que la Unión Europea, y España en particular, se hacen cargo de la crisis de refugiados de Siria.
Frente a la respuesta de los gobiernos europeos ante tragedias como la de Lampedusa, consistente no en preocuparse por garantizar la vida de las personas migrantes, sino en reforzar aún más los mecanismos de vigilancia.
Frente al crecimiento del discurso populista xenófobo, que ha capturado las mentes y los corazones de numerosos conciudadanos, anidando en el miedo y la inseguridad provocada por la crisis, y que pretende hacerse con una representación significativa en el Parlamento Europeo en las próximas elecciones de junio.

En el día de hoy, exigimos políticas públicas migratorias basadas en los derechos humanos universales, y renovamos nuestro compromiso de trabajar a favor de ellas, junto a otras organizaciones y también en diálogo con quienes tienen la capacidad de decidir. Apostamos por medidas moralmente más justas y políticamente más eficaces. Invitamos a poner la hospitalidad en el corazón de la vida social y como valor que nutre las políticas públicas.

No queremos concluir esta declaración sin decir una palabra de cercanía y ánimo para todas aquellas personas que en este último año también han tenido que abandonar nuestro país en busca de una oportunidad. Son la prueba palpable de que, aquí y en todo el mundo, moverse a otros sitios es la mejor herramienta para salir de la pobreza. Ello también nos debería impulsar a mejorar las condiciones en las esa movilidad se produce.

Fuente
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