Monday, June 1, 2015

El legado oculto de los jesuitas

Vestigios. Jesús Rodríguez Bravo, frente a la casa Brier donde en el siglo XVIII

(Foto: Alejandro García/Acfipres)


Vestigios. Jesús Rodríguez Bravo, frente a la casa Brier donde en el siglo XVIII se levantó el colegio y la iglesia inconclusa de los jesuitas en La Orotava.



Rosa Rodríguez / Santa Cruz de Tenerife



Que la Compañía de Jesús estuvo 70 años en La Orotava y que tuvo colegio allí no es ningún descubrimiento, pero sí que la iglesia que levantaron aún existe, aunque sea oculta dentro de una casa particular. Jesús Rodríguez Bravo la encontró mientras investigaba el tránsito de los jesuitas por Canarias y, más en concreto, su presencia en La Orotava.

Nada más entrar en la casa Brier supo que estaba en la nave de la iglesia que los jesuitas construyeron en la parte más elevada y vistosa de La Orotava y que se creía completamente destruida. "Visitar la vivienda fue una curiosidad para cerrar la investigación que estaba haciendo sobre los jesuitas", recuerda Jesús Rodríguez Bravo, el historiador del Arte que le seguía la pista al templo porque «había visto restos en la puerta principal y en el jardín y otros rastros de su existencia». El hallazgo forma parte de su libro Los jesuitas y las artes en La Orotava, publicado por LeCanarien.

Pero pese a esas pistas y a muchas otras, nunca creyó que el esqueleto de la iglesia se conservara oculto dentro de la vivienda, por eso dice que fue «una sorpresa» encontrarse con que el patio canario de la casa Brier era parte de la nave de la iglesia, que continuaba en el traspatio y que aún estaban allí las puertas adinteladas de las sacristías.

La primera piedra de la iglesia se puso en 1700, el mismo año que los jesuitas iniciaron la obra del colegio. Habían pasado cinco años desde que la Compañía de Jesús llegó a La Orotava, el primer lugar de Canarias donde se establecieron, casi al tiempo que en Las Palmas de Gran Canaria. Más de 15 años después se asentarían también en La Laguna.

Cuando los jesuitas fueron expulsados de España en 1767, al templo, levantado a partir de 1731 a imagen y semejanza de El Gesù de Roma, sólo le quedaba por poner la cúpula. Así estuvo, abandonado, mientras que el colegio siguió como tal unos años y luego como Ayuntamiento y archivo municipal hasta que en 1841 un incendio arrasó con ambos edificios..., pero las paredes de la iglesia quedaron en pie y cuando Antonio Díaz Flores, empresario y luego alcalde de la Orotava, compró la propiedad las aprovechó para levantar su mansión hacia 1860. Díaz Flores apenas vivió allí. El primer inquilino convirtió la casa en la Pensión Govea y luego fue el Hotel Hespérides, uno de los primeros del Valle de La Orotava. A principios del siglo XX la adquirió la familia Brier, que la mantuvo hasta hace pocos años.



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