Saturday, June 22, 2013

Indignación en Brasil y el Papa Paco


19.06.13 | 17:38. Archivado en Acampada de Sol, golpe encubierto




Brasil, país católico el más poblado del planeta. Y por eso si cabe, sea allí una clave de política religiosa (vaticana) más influyente y palpable y reveladora que en otros países católicos de América o de Europa (donde aquellos mayormente se concentran) Y se me antoja que sea tal vez por ahí por donde quepa ensayar un principio o esbozo de explicación de la explosión de indignación (callejera) que venimos presenciando desde hace unos días en las grandes ciudades brasileñas. ¡Indignación social, lagarto, lagarto! Sobre todo en los países occidentales, que aquí ya me expliqué por extenso sobre las salvedades que ofrece el caso turco (de la plaza Taksim de Estambul) frente al de los indignados españoles o a las primaveras árabes.

¿Por qué protestan los indignados ahora de pronto en un país que nos venían presentando como modelo de los nuevos países emergentes, léase como una de las nuevas potencias de un planeta abocado a una situación de equilibro (del terror) donde vendría a desaparecer progresivamente la hegemonía de una potencia cualquiera (léase sobre todo los Estados Unidos) sobre las otras, lo que en jerga mediática se da en llamar "el G-O" en lo sucesivo. La oleada de protestas "pacíficas" en las ciudades brasileñas -salpicadas de no pocos episodios violentos, asalto a edificios y organismos públicos (como el Congreso nacional en Brasilia, la Asamblea nacional en Río o el Palacio Bandeirantes en Sao Paulo) y otros muchos actos de vandalismo- vendría a ser ahora -a creer a analistas y comentaristas- un efecto/escándalo esencialmente, por culpa de las grandes gastos ocasionados por la organización y celebracion de la Copa de las Confederaciones en curso.

A otro perro con ese hueso, porque lo mismo que el 15-M tuvo (en sus principales protagonistas) motivaciones difusas y una causa eficiente (tentacular) que lo era mucho menos en cambio, localizable tanto dentro como fuera de nuestras fronteras -en la Moncloa por cierto, y también en la Turquía de Erdogan sobre todo y en menor medida en la Casa Blanca- esta claro que la actual presidencia brasileña encarnada en la persona de Dilma Rousseff no parece ajena en modo alguno a la movida ahora en marcha en su país, como no lo fue a la de los indignados españoles el entonces presidente José Luis Zapatero (tal y como lo ilustraría la presencia y el protagonismo de su hija mayor entre los indignados de Sol en los primeros tiempos de la acampada)

La actual presidenta brasileña, hija de emigrantes de origen búlgaro, arrastra un "pedigrí", lo menos que se puede decir (...) Como lo ilustraría la foto aparecida en la prensa hace algún tiempo, de muy joven, compareciendo ante un consejo de guerra (por actividades de terrorismo) en tiempos del régimen militar, que no dejara de granjearle ciertas dosis (suplementarias) de popularidad sin duda alguna, pero que no deja de suscitar pesados interrogantes sobre la verdadera personalidad de quien lleva actualmente las riendas del mayor país católico del planeta, puntero entre los países emergentes, y como tal figurando o a punto de hacerlo en el club de las grandes potencias.


Antigua terrorista o católica progre, los dos polos entre los que oscila la imagen que nos viene vendiendo en publico de la presidenta brasileña. De joven guerrillera arrostrando y mirando a los ojos a sus jueces, desafiante, o de hija fiel de la Iglesia y del papa Paco (o Pancho - como empiezan a llamarla ya muchos de este y del otro lado del charco (...) en la audiencia que éste le acordó nada más producirse su ascenso a la sede pontificia, sin que se le adelantase nadie, más que -dos días antes apenas- la presidenta argentina (compatriota del nuevo papa y que arrastraba un contencioso con él no poco ruidoso como cardenal arzobispo de buenos Aires)  El Brasil es un país de cultura occidental donde una mayoría blanca europea de origen -al pan y al vino al vino- coexiste -sin problemas mayores (en apariencia)- con una fuerte minoría negra y otros grupos minoritarios como el que forma la inmigración japonesa.

Fue en la época colonial importante lugar de destino del trafico de esclavos, y en cambio, el mestizaje fue allí (mucho) mucho menor que en los países de la América española, lo que explica sin duda que su independencia fue un fenómeno sui géneris, perfectamente atípico comparado con la llamada emancipación americana de la que el Brasil se mantuvo estrictamente al margen (...) Y como lo ilustran episodios de su historia un tanto pintorescos vistos desde fuera como la proclamación del Imperio (finales del siglo XIX), o el hecho de tratarse de uno de los países que más tiempo mantuvo el régimen de servidumbre de esclavos negros (de origen africano)

Y la comparación que me permití mùas arriba con la movida de los indignados españoles se ve reforzada por la visita que debe realizar el nuevo papa al Brasil el próximo mes de julio para asistir a la Jornada Mundial de la Juventud, como su predecesor Benedicto XVI hizo lo propio en Madrid, unos dos meses después de dar comienzo en Sol y en otras ciudades españolas las movidas de las acampadas. Al papa de los pobres -de América- le aguarda pues una acogida triunfal -en olor de multitudes- en el país de los nuevos ricos (curiosa paradoja)  Donde los (más) pobres sufren mayormente la atracción irresistible de las sectas evangélicas (mas del 20 por ciento de la población en una ascensión fulgurante los últimos años)



¿Servirá su presencia para frenar a aquellas? Lo dudo mucho. Sus gestos demagógicos y desconcertantes in crescendo en cambio no dejarán estoy seguro de cercenar un poco más la credibilidad de su persona y de la entidad -la iglesia (y los papas) del concilio- que viene a representar (mucho más que es zu predecesor) por voluntad propia. La prueba, esa afirmación que acaba de hacer tan desconcertante de que no se puede ser un buen cristiano si no se es revolucionario. ¿Vuelta las andadas (en una marcha atrás de cincuenta años)? ¡Triste figura en verdad la de la Iglesia del Papa Paco! (¿Qué hubiera dicho de él el profesor Plinio?).


Fuente
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