Sunday, December 11, 2016

Perfil del ultra-socialista y Jesuita, Arturo Sosa hijo, hoy al lado del Papa Francisco



Por José R. Izquierdo

Viernes, 09/12/2016 07:27 PM


El Papa Francisco nombró Provincial [mundial] de la Compañía de Jesús, al jesuita venezolano Arturo Sosa hijo. Esta congregación de la iglesia católica a la que el mismo Francisco pertenece, fue fundada en 1534 por (San) Ignacio de Loyola, aquel soldado de la iglesia que irrumpió por el poder dentro de la educación, por lo que tuvo enfrentamientos muy serios por tal causa con la mayoría del obispado español y dentro del estamento vaticano.



La iglesia que siguen los jesuitas, que va en paralelo a las conferencias episcopales retrógradas en el mundo, viene de siglos. Mientras en nuestro país el Arzobispo Urosa pregona que "el Arzobispo de Caracas tiene que ser un ángel de paz", (2005) el Papa Francisco (Río de Janeiro 28 de Julio de 2013) advierte: "Los obispos deben ser pastores, cercanos a la gente. Con mucha mansedumbre, pacientes, misericordiosos. Hombres que amen la pobreza, sea la pobreza interior como libertad ante el Señor, sea la pobreza exterior como simplicidad y austeridad de vida. Hombres que no tengan "psicología de príncipes". Es decir, les pide embarrialarse… por allá, por donde moran los más pobres, y no asociarse con quienes pretenden usurpar el poder político a fuerza de degollinas.

El jesuita y párroco de la iglesia de San Francisco (Ccs.), Numa Molina, ese mismo año, reta a la dirigencia episcopal y la invita a "bajarse del trono y caminar con el pueblo", cosa muy difícil de lograr. Algunos viejos papeles lo confirman.

En 1997 el curita de almas Matías Camuña que caminó por el Petare de la violencia durante 20 años, fue abruptamente sacado de La Dolorita, montado en un avión y expulsado del país. Su pecado? Quizás, el mayor de ellos, fue que cada noche esperaba a las puertas de su iglesia a muchachos que le traían a otros jóvenes heridos y algunos muertos por las balaceras, para que cuidara de ellos o los enviase a los hospitales. El curita Francisco Wytack. Su pecado mayor? Manifestar frente al San José de Tarbes (Ccs.) para pedir que sean aceptadas niñas pobres en aquel colegio de monjas. Expulsado del país. El cura "Lleo" fue sacado de la diócesis valenciana por reunirse con los jóvenes en la Iglesia de El Viñedo (Av. Bolívar), cantar y tocar cuatro. Es decir, predicar el evangelio con cantos y alegrías. Fue condenado a lo que consideraron las autoridades eclesiales como la mejor manera de silenciarlo y lo mandaron a La Cejita, Estado Trujillo. No lo lograron. Con su cuatro bajo el brazo y su alegría contagiosa, hizo célebres y muy concurridas las procesiones del Santo Sepulcro en las semanas santas en aquella aldea de tan sólo una calle que semeja un chinchorro. El padre Renaud, también hombre dado a las dolencias y alegrías del barrio, fue expulsado del país por "revoltoso". Antonio Zubía, pacificó el barrio Isaías Medina (Ccs) y después que mostró al periodista un arma que le entregó un adolescente, lanzó, conmovido, su oración: "Es más dolorosa la muerte del corazón, de los sentimientos, que la muerte física. Hay que hacer algo por ese corazón vacío". El anciano sacerdote no era confiable para la jerarquía católica ni para el gobierno mentiroso. Pero hay algo más que conmueve en este nuestro mundo tan lleno de sombras. El ex-rector de la UCAB Luis Ugalde, enemigo como el que más de la lucha que hoy libra el gobierno revolucionario por el rescate de la dignidad de los marginados, olvidó más pronto que tarde aquella madrugada del 04 de Marzo de 1989 cuando la dignidad de la congregación jesuita fue vulgarmente vulnerada. La Comunidad Jesuítica de La Vega, callejón 7 de Agosto, Los Canjilones de La Vega, El Milagro, fue asaltada, invadida, jurungada, detenidos y humillados los que la habitaban, jesuitas todos, porque el gobierno de CAP los consideró conspiradores. Empijamados y hasta en calzoncillos, fueron sacados de su casa-taller y trasladados al Comando de la Guardia Nacional en El Paraíso para ser interrogados. Y tal interrogatorio se realizó: unos sentados en el suelo y otros viendo hacia la pared. Los padres Javier Duplá, Jean Pierre Wyssenbach, el seminarista Wilfredo González, el novicio Raúl González y el conspícuo Luis Ugalde, fueron las víctimas y protagonistas del bochornoso acontecimiento.

El padre Arturo Sosa, Prior para entonces de los jesuitas en Venezuela quien, por supuesto, estuvo al frente de la protección de sus correligionarios, pasadas las veinticuatro horas, logró la liberación de los detenidos. Como Director que fue también de la revista SIC* denunció y violentó el mandato de la Guardia Nacional según el cual nada de lo acontecido debía decirse a la prensa porque "pudiera calentar los ánimos de la opinión pública". La Conferencia Episcopal? Mutis por el foro.

Pero esta prefabricada y protectora asepsia inventada por la Conferencia Episcopal para guardar silencio cada vez que le conviene o gritar con sordina cuando lo cree prudente, tuvo su momento álgido cuando se desnuda ante los feligreses y protege a un cura narco-traficante y pide y logra su liberación.

A contracorriente de la moral pública y de la moral religiosa, Carlos Andrés Pérez a petición del Cardenal y Arzobispo de Caracas José Alí Lebrún Moratinos, pone en libertad, y lo manda a su pueblo en España para que descanse del "martirio" de la prisión, al narco-cura Luis Gil Fernández, párroco de San Mateo, Aragua. Últimas Noticias recuerda los hechos: "La Disip capturó al presbítero José Luis Gil Fernández en el aeropuerto internacional de Maiquetía con 21,435 kgs. de cocaína en su maleta. Este era el tercer viaje y pensaba cobrar 50 mil dólares". Con su detención, se desmanteló una banda colombo-venezolana que el cura capitaneaba en Venezuela. Fue hecho preso. En busca de su libertad, que la logra, el Cardenal Lebrún, Arzobispo de Caracas, justificó su solicitud ante el presidente Carlos Andrés Pérez y el éxito de su gestión, con esta sorprendente declaratoria que liberará de culpa al traficante de drogas: "Una acción indigna no nos autoriza para olvidar muchas acciones de virtud". Para el periodista Marco Antonio Ruiz, (Últimas Noticias, Dom. 19 Sept. 2004) esa libertad tuvo otro significado y no fue el premio a la virtud. Al final de su trabajo examina:

"Con las mismas manos, [las del cura], que consagraba el pan y servían la comunión, eran las que envolvían cocaína para el narcotráfico".

Pero volvamos a los jesuitas, esos descendientes de Ignacio de Loyola quien blandió su espada del saber dentro de la Universidad Complutense de Madrid, institución preclara y emblemática de la cultura europea desde su fundación en 1293. Esa misma Universidad que, en nuestra contemporaneidad, produce nuevos talentos que pugnan por romper el establishment que ha controlado y quiere seguir controlando el podrido poder de las élites españolas a través, y con la monarquía.

Quiénes son ellos y por sobre todo, quiénes son ellos en nuestro país?

Se me ocurre que un buen ejemplo de presentación a considerar, en su lato sentido, es Arturo Sosa Abascal. El caraqueño Arturo Sosa a quien el Papa Francisco ha puesto a su lado y lo convierte en el primer Superior General de los jesuitas no europeo desde el nacimiento de la congregación fundada por san Ignacio de Loyola en 1293 de la era cristiana, viene de familia venezolana acaudalada. Es hijo homónimo de quien fuera uno de los banqueros más prestigiosos y conocidos del país.

Su trabajo mayor? La lucha por los pobres. Y más que por ellos mismos, por su dignidad, por su igualación en sociedad, por su respeto. Va con ellos.

Tan sólo un ejemplo para conocer su perfil socialista, cristiano. Escenario? El "Caracazo".

Como director, de la revista SIC que es el medio de comunicación social de los jesuitas en Venezuela, dedicó tres números consecutivos de la publicación para tratar de entender las razones por las cuales se produce aquella matanza de más de tres mil venezolanos y ningún agente de policía o soldado dado de baja. Aquel escenario fue su laboratorio por el que se asomó para estudiar la realidad y la razón del por qué aquellos hechos que marcarían un nuevo rumbo al acontecer político nacional.

Entresacamos algunos párrafos de su editorial ya que tan sólo con ellos, podremos tener un perfil acertado de quien es el que está hoy al lado de Francisco y que es considerado como el "Papa Negro", que no viste de blanco sino de negro y porque es jesuita.

"Gloria al bravo pueblo" es el título del Editorial del número de SIC, Centro Gumilla, 513, Año LII-N° 513, Abril 1989:

Con tan sólo leer parte de este editorial, podremos deducir cuáles son los talentos que busca Francisco en el mundo para lograr un vuelco Copérnico auspicioso y necesario para la conducción de la nueva catolicidad, tan necesaria de cambios. Su paso por la historia vaticana, por supuesto, no será el mismo ejercido por sus antecesores en años pretéritos. A la salida del Concilio de Trento (1545-1563) un Cardenal, el Cardenal Scripando, refiriéndose al Pontífice Paulo IV que recién se coronaba como Príncipe de la Iglesia y en referencia también a sus antecesores, cinceló la siguiente frase, escéptica, conmovedoramente definitoria del estado de abatimiento moral y espiritual en el que se encontraba aquella Iglesia: "Dios quiera que haga [Paulo IV] para la Reforma de la iglesia lo que Paulo III deseó con sus palabras. Ya que este hablaba y no hacía nada. Julio III no decía nada ni hacía nada tampoco. Marcelo II hizo lo que pudo sin decir nada. Si por lo menos Pablo IV hablase e hiciese…., es decir, hiciese lo que hablase…."

El pontificado de Francisco se perfila como realmente revolucionario. Necesariamente revolucionario. De ahí el equipo que busca, incluso, con ansiedad.

He aquí parte del texto del editorial de Arturo Sosa:

"Gloria al bravo pueblo" así comienza nuestro himno nacional como memoria histórica de quién pocos reconocen como el sujeto del proceso emancipador venezolano. De la misma manera queremos titular este número de SIC destinado a analizar los sucesos ocurridos en Venezuela entre el 27 de Febrero y los primeros días del marzo de este año 1989. Una vez más el pueblo tomó la iniciativa, dijo su palabra y se convirtió en protagonista de un momento histórico para el sistema político venezolano. (…) Nuestra democracia, inaugurada en 1958, se caracteriza precisamente por estar fundada en un pacto entre élites económicas, militares, religiosas y políticas. El pueblo ha sido más objeto que sujeto en las decisiones sociales de estas élites aliadas. (…) Mientras la renta petrolera permitió un juego político sin perdedores, aunque unos pocos ganaran muchísimo más que la mayoría y las diferencia en la distribución de la riqueza se hicieran escandalosas, se consiguió pacíficamente la estabilidad política y social. Al llegarse a una situación en la que el reparto de beneficios significa que lo que se le da al pueblo se le quita a las élites, éstas optaron por apoderarse de los beneficios a costillas del pueblo. La aparente pasividad con la que los venezolanos fueron asimilando el deterioro de sus condiciones de vida en los últimos años hizo pensar a las élites que el pueblo no existía como tal y que su dominio era omnímodo. El 27 de Febrero el pueblo se hizo presente y habló.

"El pueblo venezolano que se lanzó, sin distinciones a la calle, se expresó en el único lenguaje que le han dejado las élites. (…) Nuestro sistema ha sido regido por unas élites no acostumbradas a escuchar al pueblo que dirigen. En los últimos años ese pueblo ha enviado toda clase de señales a las élites para que éstas se percaten de su existencia y lo tomen en cuenta a la hora de las decisiones que afectan a todos. También a través de las elecciones se han enviado mensajes que no han encontrado receptores. No quedaba más alternativa que el estallido social como expresión afirmativa de la existencia del pueblo y como gesto desgarrado de su voluntad de hacerse tomar en cuenta y participar en la definición de las reglas de juego de la Venezuela post-rentista. (…) A esa forma de lenguaje nos han obligado las propias relaciones políticas dominadas por esas élites".

Enfático, afirma Sosa, que es lo que rechazan de planos las élites de nuestra contemporaneidad impulsadas por el Departamento de Defensa de los Estados Unidos: "Para que el 27 de Febrero de 1989 no quede como una jornada sólo para ser recordada en las crónicas políticas, el reto que se nos presenta a los venezolanos es la consolidación de la organización popular, la extensión de esa red de organizaciones civiles autónomas que agrupen la multiplicidad de intereses propios de una sociedad pluralista. Organizaciones de gestión democrática que se constituyan en la base social de un régimen político participativo y no restrictivo en cuyo mecanismo de toma de decisiones esté engranada toda la complejidad de la sociedad".

Finalizamos este resumen del Editorial de Arturo Sosa, con su declaratoria firme y clara contra las élites a las que se enfrenta con vigor y decisión: "Para los enemigos de esta transformación democrática de la sociedad venezolana [la que auspicia a través de todo su trabajo], esta proposición es subversión o, al menos, propaganda subversiva. Queremos responderles tajantemente que la verdadera subversión de la democracia la impulsan quienes subestiman al pueblo y lo marginan económica, social y políticamente hasta obligarlo a estallar".

El hijo del banquero, en la misma revista cuyo contenido fue dedicado exclusivamente a los desgraciados eventos del 27-F, nos dice que "en relación a esa misma indefensión del pueblo y a sus carencia que lo llevó al ejercicio de la violencia para hacerse sentir, durante la semana del 27 el pueblo actuó desarmado. Para él la cuestión no eran los ricos sino las cosas que necesitaba y con las que siempre había soñado; en definitiva la cuestión era las reglas de juego que no solo los condenaba en el presente sino que le mataban la esperanza. (…) No hubo, claro está, ningún ataque del pueblo. El ataque vino por la acción combinada de la policía y el ejército, y el enemigo fue el pueblo. Y los muertos fueron todos del pueblo. Se dispararon más de cuatro millones de balas".

Este es el Sosa ultra-socialista que necesitaba a su lado el otro jesuita: el Papa Francisco.

Fuente: "Los Niños de la IV República", libro de mi autoría aún sin publicar. (Actualizado).

*Periodista / Documentalista / Dic. 08, 2016




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