En 1491 llegó al mundo en la pequeña aldea guipuzcoana de Azpeitia, Ignacio de Oñaz y Loyola. Perteneciente a una familia de la nobleza vasca, el joven Ignacio escogió la carrera militar como profesión. Y a buen seguro habn'a destacado en ella sino fuera por una tremenda herida recibida durante una de las guerras que en aquel tiempo libraban las tropas españolas por toda Europa. Ignacio profesaba con devoción simple la religión cristiana, pero durante su convalecencia sufrió una fuerte transmutación en su carácter que le hizo peregrinar, primero a Tierra Santa y, a su regreso, abrazar la cruz como nuevo modo de vida.
Para el Vaticano suponía un regalo, ya que los primeros seguidores de Ignacio no eran simples monjes. Muchos procedían del ejército e incluso a su jefe máximo se le conocía como "el General de la Orden", cargo que continúa en la figura del holandés Hans Peter Kolvenbach. La estructura se diseñó conforme a los conocimientos guerreros de los fundadores y en muchos aspectos responde a un modelo militar. De hecho -y en su origen- en la ceremonia de ordenación de nuevos mandos éstos debían pronunciar un juramento que incluía frases como: "Prometo y declaro que, cuando se presente la oportunidad, haré la guerra sin descanso ni cuartel, secreta o abiertamente, contra todos los herejes, protestantes y liberales, tal y como me ha sido ordenado hacer, hasta exterminarlos y extirparlos de la faz de la Tierra; y que no los respetaré por su edad, sexo o condición".
Con semejante juramento, y el cuarto voto mencionado, no es de extrañar que algunos Papas eligieran a miembros de la Compañía como auténticos sicarios. Así ocurrió en el siglo XVII. A la muerte del rey francés Luis XIII le sucedió su hijo Luis XIV, pero debido a su corta edad fue su madre, Ana de Austria, la que gobernó como regente. Ella eligió al cardenal Mazarino de sucesor de Richelieu en momentos difíciles para Francia ya que el Vaticano conspiraba en su contra. Mazarino introdujo espías en el entorno del papa Inocencio X para que le informaran de sus decisiones.
Guardias sin espada
El adalid de aquella revolución fue Martín Lutero. experto teólogo quien acusó a la casta sacerdotal de corrupta y de apartarse de la verdadera liturgia. Lutero creía que la Iglesia necesitaba una remodelación en su diseño y en su manera de aplicar las escrituras; abogaba por una interpretación más libre de la Biblia, sin la obligación de acudir al clero para que los pasajes fueran explicados. Sus ideas calaron y dieron origen al movimiento de La Reforma.
Fue entonces cuando Ignacio de Loyola decidió fundar su Orden dándole al Papa un hábil instrumento para combatir a los reformistas que amenazaban Europa. Los jesuítas aceptaron la misión y se enfrascaron en la llamada Contrareforma, una lucha sin cuartel para evitar la herejía luterana que acabó con la victoria de los fieles a la voluntad papal, excepto en los países centroeuropeos.
http://www.papalknights.org/http://www.ordendeloyola.org/
Escriba a la Orden.Superior General Orden de San Ignacio de Loyola
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