Monday, March 16, 2015

La Nueva España y el andar jesuítico





15 marzo, 2015
Déjeme y le Platico un Libro, Editoriales

Jaime Elio Quintero García

La orden monástica-militante de los jesuitas es conocida por todos los cristianos e historiadores de la fundación y posterior desarrollo de la Nueva España, pues surge apenas 50 años después del descubrimiento del nuevo continente y a 22 de la conquista de Tenochtitlan. Es fundada por un ex soldado español de nombre Ordoño Jiménez, bajo la advocación de la Virgen de Loreto (María), cuya imagen se venera en la ciudad del mismo nombre, ubicada en la costa adriática de Italia.

Desde esa localidad corre por el mundo cristiano la creencia de que, por obra de los ángeles, la casa en que vivieron en Palestina, María, José y Jesús de Nazaret fue transportada a Loreto y denominada como la Santa Casa de la Sagrada Familia. Visitada por 13 Papas y numerosos hombres que posteriormente fueron santos. Hoy es un reconocido centro de peregrinaje europeo.

De los jesuitas y su obra hay mucha historia, llena de hechos y sucesos que hablan de su reciedumbre. Orden hecha, sin duda, para la lucha y el activismo perseverante y audaz. Sus miembros se distinguen por su fuerte personalidad y por su preparación intelectual. Con el tiempo constituyeron una institución fuerte y poderosa que ha asustado por años al clero pontificio, lo que ha provocado duras luchas internas contra los franciscanos y otras órdenes, al grado de que por intrigas y temores han sido expulsados de países y continentes.

Sin embargo, cuenta el doctor Francisco Javier Carvallo en su obra “Los jesuitas califórnicos” −libro que hoy le quiero comentar, amigo lector, por ser emblemático del perfil evangélico, litúrgico y diocesano del Papa Francisco, actual líder universal de los católicos−, que la obra jesuítica en América ha sido una de las misiones más trascendentes para la cultura occidental.

Las tareas de evangelización de la orden jesuita se han visto involucradas en la política, la economía y hasta en las guerras. Y siempre a lo largo del tiempo, los jesuitas han sido sometidos a rudas pruebas en su paso por Filipinas, Bolivia, Perú, Argentina, Chile, y Uruguay. En México, su trayectoria ha quedado perpetuada en los estados de Sinaloa, Sonora, Chihuahua y en lo que hoy es el estado de Baja California Sur. En todas estas estancias se puede distinguir el trazo lauretano, es decir, de Loreto.

No obstante, en la narrativa de Carvallo, se puede apreciar que la veneración de los jesuitas a la Virgen de Loreto no está claramente definida, mas queda el testimonio de tal devoción en los hechos ocurridos al padre Juan María de Salvatierra, quien estando en la Nueva España, pero sin conocer aún la península del noroeste mexicano, enferma gravemente y promete, a fin de recobrar su salud, a la Virgen de Loreto, construir un templo para su postrer veneración.

Lo insólito de todo este afán de conquista y evangelización del Pacífico norte de la Novo España, es que fue coronado por apenas nueve jesuitas italianos, a quienes se les unieron 14 más de origen español imbuidos de los sucesos del Loreto itálico, cuyo contexto geográfico y de clima hostil tiene una gran semejanza con la ubicación peninsular de la Baja California Sur mexicana.

Tan osados, y con esto queda ratificado el carácter férreo que identifica y viste al movimiento jesuítico, que las rutas que hoy en día cruzan el Golfo de California, antes llamado mar Lauretano, son las mismas que trazaron hace más de cuatro siglos los pioneros jesuitas para unir la costa peninsular con el macizo continental de Sinaloa y Sonora.

Es un libro, éste de Carvallo, que al leerlo, amigo lector, le quedará un grato sabor del valor que en los afanes religiosos tienen la fe, la perseverancia y el recio carácter y determinación indomable de los hombres del hábito negro.

No sin razón se decía al inicio del cónclave que llevó al pontificado al actual Papa, que el próximo Pontífice podría ser un Papa negro, refiriéndose irónicamente al color de la sotana que identifica a los jesuitas.

GRACIAS POR SU TIEMPO.


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