Monday, August 18, 2014

Las palabras de Francisco a los jesuitas: «Consuelen, no castiguen al pueblo de Dios»



Publicado el 16 agosto, 2014 por admin




El resumen del breve discurso pronunciado por el Papa en la Sogang University de Seúl, en una visita fuera del programa


ANDREA TORNIELLI
SEÚL

Reuniéndose sorpresivamente con los jesuitas de la Sogang University de Seúl, Papa Francisco pidió ayer por la tarde a los nuevos sacerdotes, a los novicios y a los jóvenes (que todavía están llevando a cabo su formación) que sean misericordiosos, que no cedan a las tentaciones del clericalismo, que lleva a transformarse en «clérigos de estado». Palabras que reflejan el contenido del encuentro entre el Papa y los obispos coreanos. Se trata de indicaciones pensadas para la iglesia de este país. El discurso no fue publicado por la Sala de prensa vaticana, sino gracias a la transcripción del padre jesuita Antonio Spadaro, director de «La Civiltà Cattolica», que estuvo presente durante el encuentro.

«Hay una palabra -explicó el Papa jesuita- que me importa mucho: consuelo. Consolación: la presencia de Dios en cualquiera de sus modalidades. Nuestro Santo Padre San Ignacio siempre trata de confirmar la decisión de la reforma de la vida o la elección de un estado de vida a través de la segunda forma de “elección”: el consuelo. Consolación es una palabra hermosa para cualquier persona que la reciba. Pero es difícil dar consuelo. Cuando leo el libro de la Consolación del profeta Isaías, leo que es un trabajo propio de Dios para consolar, para consolar

a su pueblo. Cuando uno vive un límite doloroso, si puede hacerlo con amor, se convierte en una semilla de consuelo para esta persona».

El Pueblo de Dios, indicó Francisco, «Necesita consuelo, ser consolado». La Iglesia, recordó usando una de sus imágenes afortunadas, «es un hospital de campo en este momento. El pueblo de Dios nos pide ser consolado. Muchas heridas, muchas heridas que necesitan consuelo… Debemos escuchar la palabra de Isaías: ‘Consuelen, consuelen a mi pueblo’. No hay heridas que no puedan ser consoladas por el amor de Dios. Nosotros debemos vivir de esta manera: buscando a Jesucristo para llevar este amor y consolar las heridas, curar las heridas».

Francisco recordó la escena que representaron algunos jóvenes poco antes en el santuario de Solmoe: «Esta noche un grupo de jóvenes representó la parábola del hijo pródigo. Representa muy bien cuál es la actitud de Dios frente a nuestras heridas. Dios consuela siempre, siempre espera, siempre se olvida, perdona siempre. Hay muchas heridas en la Iglesia. Las heridas que muchas veces nos provocamos a nosotros mismos, los católicos practicantes y ministros de la Iglesia».

«¡No castiguen más al pueblo de Dios! ¡Consuelen al pueblo de Dios!», exhortó Bergoglio. «Muchas veces, nuestra actitud clerical provoca el clericalismo que tanto daña a la iglesia. Ser sacerdote no da el estatus de clérigos de estado, sino de pastor. Por favor, ¡sean pastores y no clérigos de estado!. Y, cuando estén en el confesionario, recuerden que Dios no se cansa nunca de perdonar. ¡Sean misericordiosos!».

El padre Antonio Spadaro dijo que estas palabras fueron «un discurso simple y potente, concentrado sobre una palabra (consolación) que para nosotros los jesuitas es una palabra fundamental: la consolación espiritual. Dijo que nosotros somos ministros de la consolación, que a veces en la Iglesia vivimos fatigas, a veces heridas, y a veces la gente vive heridas por causa de los ministros de la Iglesia. Y subrayó esa expresión que me había comunicado en la entrevista de la ‘Iglesia como hospital de campo’. Esta es su visión de la Iglesia. Por ello, la tarea de los jesuitas (pero también, en general, de los ministros del Evangelio, de los sacerdotes, de los religiosos) es la de ser personas de consolación, que den paz a la gente, que curen las heridas».


Feunte
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