Wednesday, April 24, 2013

El Papa Negro y los jesuitas

17 de marzo de 2013

A los votos de obediencia, pobreza y castidad y a una exhaustiva formación, los jesuitas suman un voto especial de obediencia al Pontífice. Así es la mayor orden masculina católica a la que pertenece el nuevo guía de la Iglesia Católica.

"De entrada ser jesuita no es ningún honor, de esos por los que muchos se matan (...) tampoco es una promoción o una carrera para medrar sobre otros (...), no es ser más listo o más influyente o autosuficiente (...). Ser jesuita es, sencillamente, ser cristiano hasta "ser tenido y estimado por loco" por los bienpensantes al uso".


Jesuitas. Fotograma de la película "La Misión"

Así se presenta la Compañía de Jesús ante quien se plantea unirse a la mayor orden religiosa masculina católica del mundo, con casi 20.000 miembros en 127 países.

Fundada en 1540 por San Ignacio de Loyola, junto con San Francisco Javier, el Beato Pedro Fabro, Diego Láinez, Alfonso Salmerón, Nicolás de Bobadilla, Simón Rodrigues, Juan Coduri, Pascasio Broët y Claudio Jayo, los jesuitas profesan los votos de obediencia, pobreza y castidad junto a un cuarto de obediencia incondicional al Papa. De ahí que la Compañía de Jesús fuera llamada durante siglos el "ejército" del Papa. Siempre están listos para ir donde el Pontífice les mande.

Para formar parte de sus filas hay que recorrer quince años de formación hasta el compromiso definitivo de los últimos votos. A los dos años de estudios de humanidades (historia, literatura, idiomas, artes, etc.) que se inician tras el noviciado se suman otros tres de Filosofía y cuatro más de Teología antes de ser ordenados sacerdotes, si así se desea, y aún después cursan doctorados, maestrías o carreras civiles cuya duración depende de la clase de estudios que se realice.




Símbolo de la Compañía de Jesús

Finalizada esta fase, llega el momento de "la tercera probación". Durante unos seis meses el aspirante vive "una profunda experiencia de encuentro con el Señor y se renueva la vigencia del llamado a vivir y morir en la Compañía, sirviendo al Señor en la ayuda del prójimo" y la congregación evalúa por última vez su aptitud para ser admitido en ella. Superada esta última prueba, la Compañía de Jesús lo invita a hacer sus últimos votos, los mismos que hizo tras el noviciado, pero de forma pública y solemne, y la congregación lo admite plenamente como jesuita formado, ya sea profesor o coadjutor espiritual. Sin embargo, el jesuita nunca deja de estudiar y siempre debe mantenerse al día del desarrollo del pensamiento contemporáneo. No resulta extraño que en la Compañía de Jesús hayan "militado" grandes personalidades como Baltasar Gracián, Matteo Ricci, Pierre Teilhard de Chardin o Karl Rahner.

"No son solamente años de estudio. Son años de profundizar en cualquier tipo de experiencia que nos permita entender mejor la gente y el mundo que Dios ama (...) Por esto, los estudiantes jesuitas dedican este tiempo a escuchar antes de hablar por cuenta propia, o mejor dicho, por cuenta de Dios", explican en la orden.

Su espiritualidad se alimenta con los Ejercicios espirituales que San Ignacio plasmó en un libro hace cinco siglos. Abiertos a quien quiera seguirlos, aún hoy siguen siendo una propuesta que pretende ayudar a ganar hondura, sentido y fe. Los jesuitas españoles mantienen un portal de internet con información práctica de los Ejercicios que incluye la posibilidad de realizarlos on line.


Volcados en la educación

A los votos de obediencia, pobreza y castidad y a una exhaustiva formación, los jesuitas suman un voto especial de obediencia al Pontífice. Así es la mayor orden masculina católica a la que pertenece el nuevo guía de la Iglesia Católica.

"De entrada ser jesuita no es ningún honor, de esos por los que muchos se matan (...) tampoco es una promoción o una carrera para medrar sobre otros (...), no es ser más listo o más influyente o autosuficiente (...). Ser jesuita es, sencillamente, ser cristiano hasta "ser tenido y estimado por loco" por los bienpensantes al uso".


Baltasar Gracián, jesuíta

Convencidos de que la escuela es un espacio privilegiado para interactuar con los demás y evangelizar, como destacaba el anterior General de la Orden, el padre Peter Hans Kolvenbach, los jesuitas desarrollan gran parte de su labor en el mundo educativo. La Compañía mantiene 3.730 instituciones educativas, 200 de ellas universitarias, donde se forman 2,5 millones de alumnos por todo el mundo. En España gestiona 64 centros educativos con más de 75.000 alumnos y 9 universidades (Universidad de Comillas, Deusto, ESADE...) y centros universitarios con otros 50.000 alumnos.

Los jesuitas "van donde haga falta", señalan en la orden y su misión se extiende a la atención de campos de refugiados y de "niños de la calle", con ONGDs como Entreculturas o Alboan o en las misiones de África, Latinoamérica y Asia.

A la Compañía de Jesús pertenece el recién elegido Papa Francisco, que realizó parte de su formación jesuítica en Alcalá de Henares (Madrid) entre 1970 y 1971, según recuerda el Provincial de España de la Compañía de Jesús. Francisco José Ruiz Pérez ha acogido con "fidelidad" y "esperanza" la designación del cardenal Jorge Mario Bergoglio. "Estamos convencidos de que el Espíritu lo alentará para continuar, con sencillez y audacia, la tarea de la nueva evangelización que iniciaran Juan Pablo II y Benedicto XVI", señala el Provincial de España de los jesuitas en un comunicado.


Adolfo Nicolás, General de la Compañía de Jesús

Desde Roma, el General de la Compañía de Jesús, Adolfo Nicolás, daba "gracias a Dios por la elección del nuevo Papa" que "abre para la Iglesia una etapa llena de esperanza"

Una historia conflictiva

Desde que Paulo III aprobara la orden en 1540, la lealtad incondicional al Papa ha acarreado a la Compañía de Jesús históricamente conflictos. Durante los gobiernos ilustrados de la Europa del siglo XVIII fueron expulsados de Portugal y Francia y también tuvieron que abandonar España tras la Pragmática Sanción de 1767 de Carlos III. La orden, que llegó a ser suprimida por el Papa Clemente XIV y después restaurada por Pío VII, volvería a pasar por expulsiones y conflictos en los años de la Alemania de Otto von Bismarck y durante los regímenes comunistas. A lo largo de su historia han sido acusados tanto de conservadores como de progresistas, como durante los años de la teología de la liberación. Por su peso en la Iglesia al General de los jesuitas se le ha llegado a llamar el "Papa negro", por el poder que tenía pese a no llevar la sotana blanca del Pontífice.


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