Wednesday, September 14, 2011

“No sois colaboradores en la Misión de la Compañía, sois colaboradores con los jesuitas en la Misión de Cristo”

13/09/2011
 
El viernes 9 de septiembre se celebró en el Loyola Centrum del Campus de Gipuzkoa de la Universidad de Deusto el encuentro del Superior General de la Compañía de Jesús Adolfo Nicolás sj con colaboradores de la Provincia de Loyola. Asistieron más de 300 personas, la mayoría laicos que trabajan en las obras de esta Provincia, aunque también había jesuitas y novicios que no quisieron perderse un evento tan significativo para una Provincia en la que durante los últimos años se han llevado a cabo importantes iniciativas para ahondar en la Misión compartida.

Al Padre General se le enviaron antes del verano veinticuatro preguntas formuladas en las obras de la provincia que abarcaban inquietudes muy diversas como el proceso de integración de provincias, la colaboración entre jesuitas y laicos, las fronteras en el mundo contemporáneo, cuestiones sociales, la Iglesia, etc. El Padre General advirtió al comenzar su intervención que respondería de manera “libre” y “con mucha confianza”; y durante la misma utilizó algunas anotaciones pero sin ceñirse a un discurso cerrado. No vamos ahora a transcribir todas sus palabras, pero queremos recoger al menos las ideas fundamentales de un encuentro que dejó una honda impresión en todos los asistentes.

Integración de provincias
Como cabía esperar las obras formularon varias preguntas sobre el proceso de integración de las provincias españolas que concluirá no más tarde del 2016. Se daba además la circunstancia de que el mismo día de la celebración del encuentro se producía un hito importante en dicho proceso, al transferirse oficialmente a la Provincia de España el sector de Educación Primaria y Secundaria -74.000 alumnos y 68 centros educativos-, así como el subsector de Pastoral Juvenil y Colegial.
El Padre General subrayó que la integración no es una mera transferencia jurídica y que “todo va acompañado de un proyecto apostólico”. Los retos apostólicos y sociales de nuestro mundo “son muy complejos y piden respuestas en colaboración”. Así mismo señaló que el proceso ha de llevarse a cabo de forma que “la riqueza que cada sector significa sea una dimensión transversal que esté presente a la hora de programar cada proyecto apostólico concreto”. El P. General mostró su satisfacción por la “apertura y creatividad” con la que se está realizando la integración, buscando fórmulas en las que se puedan “integrar idiosincrasias particulares con una visión general”. Tanto es así que las fórmulas que se están implementando en España estarían ya sirviendo de “referencia e inspiración para otros procesos similares”.

Misión compartida
Es difícil pronunciar palabras de gratitud y reconocimiento para los laicos más cálidas que las que pronunció el Padre General. Recordó que hoy en día son los laicos los que dirigen la mayoría de las instituciones de la Compañía de Jesús; “personas que con profesionalidad, con profundidad y con dedicación están llevando el trabajo adelante”. Adolfo Nicolás sj vinculó esta realidad a una formulación “teológica y profunda” del concepto de Misión como Missio Dei: “no sois colaboradores en la Misión de la Compañía, sois colaboradores con los jesuitas en la misión de Cristo, que es siempre más grande”. Pero esta concepción de la Misión debería tener enormes consecuencias para la colaboración entre laicos y jesuitas: “si es la misión de Dios, es Dios el que decide quiénes son sus colaboradores” y por tanto “es el Señor quien llama tanto a laicos como a jesuitas”. “Es Dios el que suscita, es Dios el que mueve los corazones y por tanto es eso lo que nosotros queremos recibir con agradecimiento, con alegría y sacar las consecuencias de ello”.

Al mismo tiempo, de las palabras del Padre General se desprende también una elevada responsabilidad para el laico: “En esta perspectiva, Misión quiere decir envío de parte del Señor cuya aceptación supone ponerse en manos de Dios y compromete a toda la persona”. Explicó que “compartir la Misión no es cogestionar tareas ni repartir funciones, es compartir una herencia espiritual y participar en una conciencia común de servir la utopía del evangelio”. Se trata de “apostar juntos desde la vocación y responsabilidad de creyentes y en tal apuesta cada uno debe elegir su papel sabiendo que nos situamos en una previa opción por esta Iglesia - Pueblo de Dios en la que unos y otros nos acogemos en toda nuestra común identidad y en nuestra diferencia”.

Retos de la Compañía de Jesús
Para el Padre General, los retos que tiene la Compañía de Jesús son los mismos retos que tiene el mundo. Son de hecho los retos “de todos los tiempos, de todos los sabios, de todas las religiones”. Son las preguntas que están en el propio origen del hecho religioso: “¿Qué puede hacer la humanidad para disminuir el sufrimiento, disminuir la violencia, disminuir la guerra, disminuir la pobreza, disminuir el hambre y dar un poco más de esperanza, de alegría y de sentido a la vida?”. La Compañía de Jesús no puede responder a todos los retos, y la cuestión es discernir donde puede realizar una contribución más fructífera.

En el contexto Europeo, el Padre General habló de la emigración, de las consecuencias de la crisis económica, de la secularización, y dedicó un buen rato a la educación. Habló del compromiso de la Compañía de Jesús con una educación de calidad que forme a “gente académicamente excelente y profesionalmente competente”. Pero recordó que al mismo tiempo ha de ser una educación comprometida con la justicia, lo cual “solo resulta eficaz cuando comporta la trasformación de la cultura”, ya que “las raíces de la injusticia están incrustadas en las actitudes culturales y en las estructuras económicas”.

Para Adolfo Nicolás sj las fronteras a las que el Sumo Pontífice ha invitado a acudir a la Compañía no son ya geográficas, “no son los mares o las grandes distancias, sino las fronteras que debido a una visión errónea o superficial de Dios y del hombre acaban alzándose contra la fe y el saber humano, la fe y la ciencia moderna, la fe y el compromiso por la justicia”. Son fronteras difíciles y al aceptar la invitación “asumimos la posibilidad de equivocarnos, y tener que corregirnos y pedir de nuevo perdón”. Pero al mismo tiempo, los jesuitas entienden que las fronteras “son ocasiones privilegiadas para avanzar; son posibilidades que nos provocan en positivo y nos ayudan a crecer, tienen algo que las convierte en fascinante y atractivo, son atalaya que nos abre a horizontes nuevos, horizontes en los que se descubre de manera nueva la realidad, son lugar de encuentro con el misterio de Dios, y siempre en el horizonte de la mayor gloria de Dios”.

Sus últimas palabras las dedicó a la fidelidad a la Iglesia. Recordó que “la Compañía de Jesús se fundó para servir a la Iglesia” y la forma de hacerlo es “siendo creadores y asumiendo riesgos para que la Iglesia responda cada vez más dinámicamente a los retos del día”. Puso como ejemplo a los grandes misioneros de la historia de la Compañía de Jesús que han sido “personas muy fieles pero sumamente creadoras”. No hay que tener miedo a asumir riesgos –“¡el miedo es lo último en la Iglesia!”- y cuando se cometen equivocaciones “hay que aceptarlo con humildad”.

Fue el punto final a un encuentro amenizado con exquisitez por la escolanía de San Ignacio Ikastetxea, y que deja un imborrable recuerdo en todos los asistentes, que encontraron en el Padre General de la Compañía de Jesús una visión cercana, sensible y profética en la que situar muchos de los pasos que se han dado en la provincia de Loyola y los que habrán de darse en el futuro.
 
 

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