Thursday, September 6, 2018

Arturo Sosa Abascal: Francisco es parte de un proceso de cambio en la Iglesia



23 de julio de 2018 • Ciudadanos > Jesuítas




Evangelio. Sosa Abascal recuerda la importancia de volver a su mensaje, que, dice, va en contra de poner al individuo en el centro. (José Hernández)



Por Mariana Otero


Arturo Sosa Abascal camina por el patio de la sede céntrica de la Universidad Católica de Córdoba(UCC), a metros de la manzana jesuítica, y varios se dan vuelta para mirarlo. Es que no todos los días se recibe en Córdoba al líder de los discípulos de Ignacio de Loyola que es, además, el primer latinoamericano en ser elegido superior general de la Compañía de Jesús en el mundo.

Sosa Abascal es jesuita como el papa Francisco y es sudamericano, también como Jorge Bergoglio. Es venezolano, caraqueño, a punto de cumplir los 70 años, un intelectual –filósofo y doctor en Ciencias Políticas– reconocido por su compromiso social.

La hoja de vida de quien es el número 31 de la compañía, en sus casi 500 años de historia, es enorme. Pero en su país natal se lo sigue recordando por su actuación como mediador durante el intento de golpe de Estado del entonces joven general Hugo Chávez, en 1992.

El superior de los jesuitas es el “papa negro” (así se los conoce por la influencia atribuida a los generales jesuitas en el gobierno de la Iglesia, por el color de sus sotanas y por su cargo vitalicio), aunque Arturo Sosa en algunas entrevistas ha manifestado que no le gusta el apelativo. Y el argentino Bergoglio es el “papa blanco” y el primer jesuita en el trono de Pedro.

En Córdoba, Sosa dio, el viernes, una clase magistral en la UCC y también ofició una misa en la Compañía de Jesús. En esa oportunidad, conversó con La Voz en una charla de 20 minutos, en la que habló sobre el papado de Francisco y los desafíos de la Iglesia, y se excusó de opinar sobre la crisis política y humanitaria en Venezuela.

–¿Cómo ve el papado de Francisco y qué más podemos esperar de él?

–Creo que el papado de Francisco hay que entenderlo en el proceso que ha vivido la Iglesia en los últimos 50 años. El Concilio Vaticano II, a fines de los 60, fue una explosión dentro de la Iglesia y el Vaticano II propuso unas metas tan ambiciosas que después de 50 años, todavía continúan siendo un proyecto para la Iglesia. Yo creo que no se entiende al papa Francisco si no se entiende ese proceso. Al papa Francisco yo lo definiría como un hombre del Concilio Vaticano II y un hombre que, antes de ser Papa, vivió ese proceso que, especialmente en América latina, fue muy importante.


El papa Francisco trata de acelerar el proceso de encarnación del Concilio Vaticano II a la vida de la Iglesia; tiene elementos muy claves, como el rol de los laicos y las laicas dentro de la Iglesia, la iglesia fundada sobre la experiencia espiritual, la iglesia fundada en comunidades cristianas, que son comunidades reales. El papa Francisco parte de ahí, podemos esperar que dure mucho en ese esfuerzo, pero ciertamente él es parte de un proceso y seguramente después de él, habrá quien lo continúe.

–¿Podemos pensar en cambios rotundos, como el fin del celibato o que las mujeres tengan un papel más activo dentro de la Iglesia e, incluso, que lleguen a ser sacerdotisas? ¿Nos podemos imaginar esto en este papado?

–Primero pongámosle categoría a los cambios rotundos, ¿no? Lo rotundo es una Iglesia que tenga sus pies y sus raíces en Jesucristo. Ese es el cambio rotundo. Las otras pueden ser cosas que se puedan cambiar o mejorar, pero la profundización en la experiencia espiritual, en la experiencia del discernimiento, una palabra que el papa Francisco usa permanentemente, la experiencia de la comunidad cristiana, eso es un cambio rotundo. Profundizar eso. Obviamente que está cambiando el rol de la mujer, como está cambiando en la sociedad también. La Iglesia no vive afuera de los procesos culturales y sociales. El rol de la mujer en la Iglesia es bien distinto al de hace 100 años o 50 años e irá cambiando. Si será por la vía de la ordenación sacerdotal, yo no lo sé. Y no sabemos si es la mejor forma. Si estamos hablando de una Iglesia laical, ¿por qué queremos clericalizar a la mujer? Si estamos hablando de una Iglesia laical, ¿por qué no pensamos que puede haber mucha más vida eclesial sin que haya tantas ordenaciones, que haya otro tipo de organización en la Iglesia? No nos limitemos a repetir en el campo femenino lo que es el masculino o al revés. El celibato es una opción libre de las personas que lo quieren hacer, es un testimonio de la Iglesia desde el comienzo. Lo que hay que hacer es que sea una opción libre y un testimonio de la vigencia del “sólo Dios basta”, porque eso es lo que significa el celibato. Una persona que dice “me entrego de tal manera que me llena”. Poner la discusión únicamente en algunas, no sé cómo llamarlas, reivindicaciones legales no me parece que sea la ruta ni que el papa Francisco esté llevando, ni que lleve a las raíces reales que la Iglesia necesita.

Guerras y desigualdades

–Se suele cuestionar que la Iglesia va muy por detrás de los cambios sociales. ¿Se analiza flexibilizar algunas posturas en relación con el matrimonio homosexual o al aborto, por ejemplo? ¿O son cuestiones inamovibles adentro de la Iglesia?

–Vamos a ver qué significa la inamovilidad y que significa ir detrás o adelante. La Iglesia, que no es el Vaticano ni son sólo los obispos ni solamente la comunidad cristiana, tiene un punto de referencia, un modelo antropológico, un modelo de lo que es el ser humano, un modelo sobre la relación entre los seres humanos y la naturaleza; eso es lo que hay que medir.

No siempre los cambios que se producen en la sociedad son cambios en esa dirección. No todo cambio social es un cambio que va de acuerdo a lo que el Evangelio propone, por el contrario, hay muchos cambios sociales que van en contra del Evangelio. Por ejemplo, la desigualdad que existe en el mundo. El mundo de hoy, más progresista, más tecnológico, más industrial, es más injusto que en otras sociedades del pasado. La Iglesia no es que esté más atrasada o adelantada, la Iglesia tiene una propuesta que hacer, en la que considera un modelo de vida humana, y en base a eso procura que las sociedades se encaminen en esa dirección.

–¿Cómo se puede contribuir a mejorar este mundo convulsionado por las guerras, la maldad, la pobreza?

–Ahí tiene un mensaje clarísimo el Evangelio. El Evangelio va en contra de la conducta, en el mundo occidental actual, que pone al individuo en el centro. El Evangelio dice: “Pon al otro al centro, hazte hermano y hermana del otro”. Hay una propuesta de fraternidad, de acogida, una propuesta de integración que va en contra de las tendencias que se mueven hoy en el mundo. Para ponerlo en términos políticos, el Evangelio invitaría a caminar seriamente sobre el camino de la democracia, donde la gente sea sujeto de su propio bien común, y no el sometimiento a dictadores, a reyes, a personalistas, etcétera. Hay una cantidad de elementos en la propuesta del Evangelio que contradicen lo que sucede actualmente en el mundo. La desigualdad no está en el Evangelio, en ninguna parte. Al contrario, frente a la desigualdad, Jesús propone la igualdad de los seres humanos y nosotros estamos en el continente de la desigualdad. Existe una tarea inmensa inspirada en lo que el Evangelio propone como buena noticia.

Visiones

–Uno podría cuestionar por qué Dios permite que ocurran estas cosas…

–Pero esa es una visión idolátrica de Dios. Porque resulta que Dios no maneja el mundo, los que manejan el mundo son los seres humanos. Ese es el riesgo, vamos a decirlo así, que Dios tomó cuando creó al ser humano a su imagen y semejanza. Le regaló un don, un atributo, que es la libertad. No depende de Dios, depende de quién toma las decisiones, que somos nosotros, los seres humanos. Dios respeta esa libertad, Dios ha sido tan generoso con esa libertad humana que ha enviado a su hijo para demostrar cuál es el camino, cuál es el ejercicio de la libertad que hace Jesús, el hijo de Dios. Nos dice: “Por ahí caminen, ese es el modo en el que les propongo que usen su libertad”. Pero no podemos echarle a Dios la culpa de la guerra, porque Dios no fabrica las armas, no organiza los ejércitos, no es el comandante en jefe de nadie. Más bien, es el Dios de los muertos, el que está al lado de las víctimas, del que está al pie de la cruz. No distorsionemos la visión de Dios. El Evangelio de Juan tiene una frase que es muy fuerte; dice: “A Dios nadie lo ha visto nunca”. Lo conocemos a través del ser humano Jesús. Esa es la revelación de Dios. Si nosotros queremos una humanidad humana, miremos a Jesús, que termina en la cruz, termina con los brazos abiertos para mostrar el camino. Mientras no tomemos ese camino, tendremos violencia y tendremos las guerras.

–¿Le sorprendió que Francisco haya sido elegido Papa?

–Sí, claro. Como a todo el mundo. Supongo que a él también. No le he preguntado nunca, pero supongo que también a él.

Universidades jesuitas, en una nueva asociación

Fue creada en la asamblea mundial a comienzos de mes.

El padre general de la Compañía de Jesús, Arturo Sosa Abascal presidió el miércoles 11 la cuarta jornada de la Asamblea Mundial de Instituciones Jesuitas de Educación Superior celebró, en la Basílica de San Ignacio de Loyola, España. Durante el acto, Sosa Abascal brindó una conferencia sobre “La universidad fuente de vida reconciliada” y además se realizó la firma de constitución de la nueva International Association of Jesuit Universities-Iaju. Según informó la Universidad Católica de Córdoba (UCC), el objetivo de la asociación es dar a la red universitaria jesuita naturaleza jurídica, estructura, estabilidad y un nuevo impulso para las universidades en el mundo. La Asamblea Mundial de Universidades Jesuitas fue inaugurada por el rey de España, Felipe VI. El encuentro reunió a alrededor de 300 rectores y dirigentes de las más de 200 universidades, colleges e instituciones jesuitas de educación superior de todo el mundo.



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