Saturday, December 6, 2014

Los Jesuitas dan luz a su iglesia



RESTAURACIÓN DE LA RESIDENCIA


La restauración del templo de la Residencia ilumina su interior y desvela la policromía de sus naves

Una misa celebrada ayer sirvió para inaugurar la rehabilitación del edificio

ALBERTO G. ALONSO - Jueves, 4 de Diciembre de 2014 - Actualizado a las 06:03h






La nueva luz en el interior del templo desvela los colores de sus paredes y techos (Jose Mari Martínez)



BILBAO - Más de un “¡ohhhh!” de asombro se pudo oír ayer en el interior de la renovada iglesia de la residencia de los Jesuitas. Un templo que celebró por la tarde el oficio religioso que sirvió para inaugurar su reapertura en un día tan significado para la compañía como el de San Francisco Javier.

La rehabilitación de la construcción neogótica ubicada al inicio de la alameda de Urquijo se ha efectuado en tiempo récord. En apenas siete meses se ha dado una vuelta entera al edificio, por dentro y por fuera, con unos trabajos de rehabilitación coordinados por el estudio Oneka Arquitectura. El arquitecto Aitor Fernández Oneka, junto a su colega Arantza Ruiz de Velasco y el aparejador Lander Irazoki, han sido los artífices de la recuperación de un edificio que desde fuera siempre ha llamado al atención por la pérdida de los pináculos de sus dos torres frontales. Con la limpieza exterior y restauración de los detalles en caliza, la iglesia de la residencia ha quedado como los chorros del oro. Aitor Fernández Oneka desvela el secreto de tan rápido trabajo en “la gran coordinación que ha existido a la hora de efectuar las obras”. El arquitecto reconoce que “ha sido un encargo complicado pero también un reto porque hemos efectuado una restauración con criterios de sostenibilidad”.

Si por fuera el reciente desmontaje de los andamios ya alumbró tonos más intensos y la recuperación de algunos elementos decorativos en volutas y ventanales, el trabajo interior es mucho más espectacular. La luz ha sido la clave del milagro restaurador.

Fernández Oneka recuerda cómo “este templo siempre se ha caracterizado por ser muy oscuro y ahora llevamos mayor confort visual a los feligreses”. Desde el exterior la luz llega a través de las hermosas vidrieras de origen alemán que han sido restauradas en su integridad en dos talleres especializados, uno de Bilbao y otro en Cuenca. “El resultado es espectacular, ahora se ven las policromías mucho más bellas. El trabajo lo han hecho con mucho mimo”, reconoce el arquitecto.

Si hoy van a conocer el nuevo templo no se olviden de mirar para atrás y observar cómo ha quedado el bello rosetón que preside la fachada principal, justo por encima del órgano que también ha sido pintado. Pero no solo la luz entra desde fuera. En el interior, un nuevo sistema lumínico descubre los colores restaurados de estilo bizantino que decoran su nave principal y las dos laterales. “El sistema de leds instalado, además de mejorar la iluminación, rebaja el coste de la factura a una décima parte”, apunta. Otros elementos de eficiencia energética son el cambio total de la cubierta o el suelo de madera aislante con un sistema de calor más ahorrador. Tras cuatro meses sin oficios por reformas, a partir de ahora los fieles podrán volver a orar y también disfrutar del nuevo templo.


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