Así que, no los temáis; porque nada hay encubierto, que no haya de ser manifestado; ni oculto, que no haya de saberse. Mateo 10:26
Monday, August 11, 2014
La restauración de los jesuitas
10 Agosto, 2014 - 21:04
CREDITO:
Rubén Aguilar Valenzuela
En este 2014 se cumplen 200 años de la restauración de la Compañía de Jesús con la bula Sollicitudo omnium ecclesiarum (A petición de toda la Iglesia) firmada por el papa Pío VII, el 7 de agosto de 1814. La supresión fue en 1773 y pasaron 41 años antes de que volviera a existir.
En el momento en el que el papa restaura la Orden sobrevivían 600 de los antiguos jesuitas de los 23,000 que había al momento de la supresión por el breve del papa franciscano Cemente XIV, presionado por algunas de las más importantes casas reinantes de la época.
La realidad es que los jesuitas no desaparecieron del todo, ya que la zarina Catalina II, La Grande, de religión ortodoxa, después de anexionarse en 1771 la parte oriental de Polonia, con 800,000 católicos y 201 jesuitas, decide que éstos permanezcan en su reino. Los obispos, ante la situación, nunca publican el breve de supresión en esa región.
El provincial de los jesuitas en Varsovia, ante la integración de parte de Polonia a la Rusia Blanca, nombra al rector del Colegio en Polock, Stanislaw Czerniewicz, como viceprovincial en esa región. En 1773, la Orden se suprime en Polonia, pero no aquí. Los jesuitas deciden mantenerse unidos aprovechando la situación.
La zarina reconocía a los jesuitas como grandes educadores y al protegerlos, en sus dominios estaba prohibido la promulgación de cualquier edicto papal, demostraba soberanía e independencia de otros monarcas, pero sobre todo del Papa, como lo plantea el historiador Paul Oberholzer SJ.
El papa Clemente XIV y después Pío VII no presionan la promulgación del breve de supresión, pero tampoco reconocen oficialmente a los jesuitas en Rusia. Todos, por conveniencia, se mueven en la ambigüedad que evita las definiciones. La Compañía de Jesús, en todo caso, sobrevive en esta región del mundo.
El obispo Stanislaw Siestrzencewicz, lituano converso al catolicismo, solicita al papa Pío VI que se le transfiera la jurisdicción de todas las congregaciones religiosas en Rusia, para actuar contra los jesuitas. Una vez nombrado, hace lo contrario y autoriza a que éstos abran su noviciado en 1779. Roma se siente traicionada, pero no hace nada. Los jesuitas de esta provincia, la única que existe, son 172.
En 1792, el duque de Parma permite que los antiguos jesuitas se reúnan y vivan en comunidad. En 1779, de Rusia llegan tres padres y fundan aquí un noviciado. En 1797, después de 13 años, puede entrar a Rusia un nuncio papal que se hospeda en la casa de los jesuitas.
Se daba así una aprobación implícita de la Orden por parte del papa. El zar Pablo I, cristiano ortodoxo, solicita a éste el reconocimiento público de la Orden, y Pío VII accede y aprueba oficialmente a los jesuitas de Rusia, el 7 de marzo de 1801. Trece años después, un 7 de agosto, se restaura la Compañía de Jesús en toda la Iglesia.
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