Católicos americanos
Gianni Valente
Roma
En el bien surtido escuadrón de asalto formado por miles de "lobbistas" que en Washington asedian el Congreso y los otros palacios del poder federal en Estados Unidos, se está expandiendo a un fuerte ritmo la componente a tracción religiosa. Un dossier socioestadístico recientemente publicado por el Pew Forum on Religion and Public Life sobre los lobbies de matriz religiosa que actúan en el entorno del Capitolio y la Casa Blanca, entra en detalle dentro de un fenómeno que expresa de manera singular también las dinámicas recientes del catolicismo de barras y estrellas.
El descrito con la habitual sobria competencia por el centro de estudios que analiza la relación existente entre religión y vida pública en Estados Unidos, es un escenario lleno de vida. En "Hacer Lobby por los fieles: grupos de patrocinio religioso en Washington D.C." (es el nombre del informe del Pew Forum) el dato que emerge con más ímpetu es el crecimiento que se ha registrado en el sector de los lobbies religiosos en los últimos diez años. El número de organizaciones comprometidas en el lobbying religiosamente motivado, sólo en Washington se ha quintuplicado en las cuatro últimas décadas: En 1970 eran menos de cuarenta, hoy son más de doscientas. Estos grupos emplean, en el área de la capital por lo menos 1000 personas y gastan 390 millones de dólares al año en sus iniciativas dirigidas a condicionar la política nacional.
Un crecimiento de este tipo, interpretado bajo el criterio de las diferencias confesionales, reproduce a su manera el caleidoscopio de pertenencias religiosas que marca las vivencias de la sociedad estadounidense. Casi una quinta parte de los lobbies de inspiración religiosa presentes y con oficinas en Washington D. C. hace referencia a la Iglesia Católica. Las organizaciones relacionadas con el protestantismo evangélico representan una porción análoga. El porcentaje de grupos que hace referencia al judaísmo se sitúa en torno al 12 por ciento. En cambio, tanto al islam como a las Iglesias protestantes históricas se refieren el 8 por ciento del subproducto religioso de los lobbies estadounidenses. Pero, la sección más numerosa de esta galaxia sui generis es la "transversal", con matices interreligiosos. La cuarta parte de los 212 lobbies seguidos por el Pew Forum desde el 2008 hasta el 2010 defiende posiciones relacionadas en varios modos con el concepto religioso de la realidad sin representar unicamente una confesión.
La red de grupos censados por el informe seguramente no abarca todos los lobbies religiosos en Estados Unidos. El estudio se concentra únicamente en los grupos que tienen una base abierta en la capital y se proponen como interlocutores de la administración central federal. Estamos hablando de libres asociaciones espontáneas, pero también en algún caso encontramos emanaciones de hospitales, redes televisivas y think tank (el 8 por ciento). Sólo el 15 por ciento de estos grupos de presión representa oficialmente cuerpos religiosos definidos y defiende los intereses oficiales de instituciones individuales. El estudio no tiene en cuenta la multitud de lobbies basados en las religiones que actúan a nivel de los estados y administraciones locales. Pero, la fisionomía evolutiva de la muestra examinada, refleja ya claramente las trayectorias recorridas por la sociedad y por las iglesias de los Estados Unidos con el transcurso de las décadas.
Las primeras asociaciones para la defensa permanente de las exigencias públicas de las comunidades religiosas se establecieron el Washington a finales del siglo XIX, cuando las Iglesias iniciaron a participar en los programas de asistencia a los nativos americanos. La Iglesia Católica durante el siglo pasado, ya en los años 20, asumió un papel predominante entre los grupos de presión con matices religiosos, impulsada por los mismos obispos. Durante los años 40, la National Catholic Welfare Conference, disponía del staff más nutrido de todos los lobbies religiosos. Mientras que en la posguerra -tras el Holocausto y el nacimiento del Estado de Israel- proliferaron los grupos de inspiración judía, con la apertura en Washington de las oficinas de la Anti Defamation League y del American Israel Public Affair Commitee. Durante los años Ochenta llegaron también la Iglesia de la Cienciología y los mormones de la Iglesia de los Santos de los Últimos Días.
El perfil cambiante de estos grupos de presión de inspiración religiosa- más que por los recién llegados y por el mayor o menor protagonismo momentáneo de un lobby u otro- se deja ver sobre todo por las variaciones de la agenda colectiva. En las primeras décadas del siglo pasado los grupos religiosos se movilizaban para obtener importantes objetivos civiles y sociales –acabar con la explotación del trabajo de los menores, sufragio femenino- o relacionados de una manera más concreta con cada confesión. Los metodistas dirigían sus batallas contra el uso del alcohol y las drogas. A finales de los años 60 el Comité Central Menonita se opuso a la Guerra de Vietnam abriendo una oficina en Washington en 1968.
Actualmente los argumentos en torno a los cuales gira la acción de quienes adhieren a los grupos de presión religiosos son más de 300. Después de los años 70, con motivo de la expansión del fenómeno, el panorama se dividió en pedazos multiplicándose los grupos que actúan con motivo de un único objetivo, como por ejemplo los comités de activistas a favor de la independencia del Tibet y la Uygur American Association, que defiende la minoría islámica china de los Uigures. Pero se pueden observar también elocuentes oscilaciones en los filones más comunes del grupo de lobbies religiosos. En cuanto a las relaciones con el Estado y las campañas a favor de los derechos civiles, asistimos a una expansión de las iniciativas de lobbies con intereses en temas éticamente sensibles.
También el relevo entre grupos que desaparecen y los que hacen su aparición en escena ofrece claves de lectura sugerentes: desaparecen los grupos a favor de la lucha contra el alcoholismo (que eran fortísimos ya a caballo entre el siglo XIX y el siglo XX), como ha salido también de escena el Sanctuary Movement, una coalición de 500 congregaciones cristianas que durante los años 80 se oponía a la política de la Administración Reagan en Centroamérica y en América del sur. Ahora los que proliferan son los grupos que se movilizan con motivo del aborto, comprendida la Religious Coalition for Reproductive Choice, que justifica con argumentos de naturaleza espiritual y religiosa la despenalización de las actividades abortivas. También la disputa sobre la legalización de los matrimonios homosexuales ha visto entrar en juego a los integrantes de los lobbys religiosos a favor (Human Right Campaign) y contrarios (The National Organization for Mariage, que desembarcó en Washington en el 2009 con unos gastos de casi 9 millones de dólares).
Los analistas del Pew Forum enmarcan el ascenso del número de lobbies con inspiración religiosa en el aumento general de la exposición pública de las reivindicaciones religiosas que ha marcado la sociedad americana en los últimos lustros. El informe no contemplaba el estudio de los mecanismos de recogida de fondos que hacen que los lobbies "religiosos" corran el riesgo de convertirse en participantes en operaciones políticas poco transparentes. Como no era tampoco su cometido plasmar las correspondencias entre el activismo de los grupos de presión y los procesos de creación de lobbies dentro del cuerpo eclesial de muchas Iglesias, concebidas por muchos como un cúmulo de grupos y minorías aguerridas y ruidosas, que luchan continuamente entre ellas y contra el mundo para confirmar su peso y su visibilidad.
Gianni Valente
Roma
En el bien surtido escuadrón de asalto formado por miles de "lobbistas" que en Washington asedian el Congreso y los otros palacios del poder federal en Estados Unidos, se está expandiendo a un fuerte ritmo la componente a tracción religiosa. Un dossier socioestadístico recientemente publicado por el Pew Forum on Religion and Public Life sobre los lobbies de matriz religiosa que actúan en el entorno del Capitolio y la Casa Blanca, entra en detalle dentro de un fenómeno que expresa de manera singular también las dinámicas recientes del catolicismo de barras y estrellas.
El descrito con la habitual sobria competencia por el centro de estudios que analiza la relación existente entre religión y vida pública en Estados Unidos, es un escenario lleno de vida. En "Hacer Lobby por los fieles: grupos de patrocinio religioso en Washington D.C." (es el nombre del informe del Pew Forum) el dato que emerge con más ímpetu es el crecimiento que se ha registrado en el sector de los lobbies religiosos en los últimos diez años. El número de organizaciones comprometidas en el lobbying religiosamente motivado, sólo en Washington se ha quintuplicado en las cuatro últimas décadas: En 1970 eran menos de cuarenta, hoy son más de doscientas. Estos grupos emplean, en el área de la capital por lo menos 1000 personas y gastan 390 millones de dólares al año en sus iniciativas dirigidas a condicionar la política nacional.
Un crecimiento de este tipo, interpretado bajo el criterio de las diferencias confesionales, reproduce a su manera el caleidoscopio de pertenencias religiosas que marca las vivencias de la sociedad estadounidense. Casi una quinta parte de los lobbies de inspiración religiosa presentes y con oficinas en Washington D. C. hace referencia a la Iglesia Católica. Las organizaciones relacionadas con el protestantismo evangélico representan una porción análoga. El porcentaje de grupos que hace referencia al judaísmo se sitúa en torno al 12 por ciento. En cambio, tanto al islam como a las Iglesias protestantes históricas se refieren el 8 por ciento del subproducto religioso de los lobbies estadounidenses. Pero, la sección más numerosa de esta galaxia sui generis es la "transversal", con matices interreligiosos. La cuarta parte de los 212 lobbies seguidos por el Pew Forum desde el 2008 hasta el 2010 defiende posiciones relacionadas en varios modos con el concepto religioso de la realidad sin representar unicamente una confesión.
La red de grupos censados por el informe seguramente no abarca todos los lobbies religiosos en Estados Unidos. El estudio se concentra únicamente en los grupos que tienen una base abierta en la capital y se proponen como interlocutores de la administración central federal. Estamos hablando de libres asociaciones espontáneas, pero también en algún caso encontramos emanaciones de hospitales, redes televisivas y think tank (el 8 por ciento). Sólo el 15 por ciento de estos grupos de presión representa oficialmente cuerpos religiosos definidos y defiende los intereses oficiales de instituciones individuales. El estudio no tiene en cuenta la multitud de lobbies basados en las religiones que actúan a nivel de los estados y administraciones locales. Pero, la fisionomía evolutiva de la muestra examinada, refleja ya claramente las trayectorias recorridas por la sociedad y por las iglesias de los Estados Unidos con el transcurso de las décadas.
Las primeras asociaciones para la defensa permanente de las exigencias públicas de las comunidades religiosas se establecieron el Washington a finales del siglo XIX, cuando las Iglesias iniciaron a participar en los programas de asistencia a los nativos americanos. La Iglesia Católica durante el siglo pasado, ya en los años 20, asumió un papel predominante entre los grupos de presión con matices religiosos, impulsada por los mismos obispos. Durante los años 40, la National Catholic Welfare Conference, disponía del staff más nutrido de todos los lobbies religiosos. Mientras que en la posguerra -tras el Holocausto y el nacimiento del Estado de Israel- proliferaron los grupos de inspiración judía, con la apertura en Washington de las oficinas de la Anti Defamation League y del American Israel Public Affair Commitee. Durante los años Ochenta llegaron también la Iglesia de la Cienciología y los mormones de la Iglesia de los Santos de los Últimos Días.
El perfil cambiante de estos grupos de presión de inspiración religiosa- más que por los recién llegados y por el mayor o menor protagonismo momentáneo de un lobby u otro- se deja ver sobre todo por las variaciones de la agenda colectiva. En las primeras décadas del siglo pasado los grupos religiosos se movilizaban para obtener importantes objetivos civiles y sociales –acabar con la explotación del trabajo de los menores, sufragio femenino- o relacionados de una manera más concreta con cada confesión. Los metodistas dirigían sus batallas contra el uso del alcohol y las drogas. A finales de los años 60 el Comité Central Menonita se opuso a la Guerra de Vietnam abriendo una oficina en Washington en 1968.
Actualmente los argumentos en torno a los cuales gira la acción de quienes adhieren a los grupos de presión religiosos son más de 300. Después de los años 70, con motivo de la expansión del fenómeno, el panorama se dividió en pedazos multiplicándose los grupos que actúan con motivo de un único objetivo, como por ejemplo los comités de activistas a favor de la independencia del Tibet y la Uygur American Association, que defiende la minoría islámica china de los Uigures. Pero se pueden observar también elocuentes oscilaciones en los filones más comunes del grupo de lobbies religiosos. En cuanto a las relaciones con el Estado y las campañas a favor de los derechos civiles, asistimos a una expansión de las iniciativas de lobbies con intereses en temas éticamente sensibles.
También el relevo entre grupos que desaparecen y los que hacen su aparición en escena ofrece claves de lectura sugerentes: desaparecen los grupos a favor de la lucha contra el alcoholismo (que eran fortísimos ya a caballo entre el siglo XIX y el siglo XX), como ha salido también de escena el Sanctuary Movement, una coalición de 500 congregaciones cristianas que durante los años 80 se oponía a la política de la Administración Reagan en Centroamérica y en América del sur. Ahora los que proliferan son los grupos que se movilizan con motivo del aborto, comprendida la Religious Coalition for Reproductive Choice, que justifica con argumentos de naturaleza espiritual y religiosa la despenalización de las actividades abortivas. También la disputa sobre la legalización de los matrimonios homosexuales ha visto entrar en juego a los integrantes de los lobbys religiosos a favor (Human Right Campaign) y contrarios (The National Organization for Mariage, que desembarcó en Washington en el 2009 con unos gastos de casi 9 millones de dólares).
Los analistas del Pew Forum enmarcan el ascenso del número de lobbies con inspiración religiosa en el aumento general de la exposición pública de las reivindicaciones religiosas que ha marcado la sociedad americana en los últimos lustros. El informe no contemplaba el estudio de los mecanismos de recogida de fondos que hacen que los lobbies "religiosos" corran el riesgo de convertirse en participantes en operaciones políticas poco transparentes. Como no era tampoco su cometido plasmar las correspondencias entre el activismo de los grupos de presión y los procesos de creación de lobbies dentro del cuerpo eclesial de muchas Iglesias, concebidas por muchos como un cúmulo de grupos y minorías aguerridas y ruidosas, que luchan continuamente entre ellas y contra el mundo para confirmar su peso y su visibilidad.
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